Tecnologia

Urbanizaciones pospandemia: las nuevas smartcities

La pandemia que atravesamos en estos tiempos expone -entre tantas circunstancias- un tema que durante los últimos años trató de instalarse: la redefinición de las urbes y el impacto de la tecnología en este proceso.

La pandemia que atravesamos en estos tiempos expone -entre tantas circunstancias- un tema que durante los últimos años trató de instalarse: la redefinición de las urbes y el impacto de la tecnología en este proceso.

Antes que nada, definamos qué consideramos una smart city. Podemos acordar -al menos, a los fines de este artículo- que las ciudades inteligentes son aquellas que apuestan por un desarrollo eficiente de la urbe para hacerla habitable y sostenible. Estos dos conceptos definen el verdadero sentido de este nuevo proceso urbanístico. Sería una simplificación errónea si, en cambio, nos quedamos con que solo se trata de la tecnología puesta a disposición de las ciudades y sus habitantes. Una simplificación que nos impediría pensar realmente en qué buscan los arquitectos, desarrolladores, organismos públicos y los habitantes cuando se sientan en un ámbito colaborativo de discusión.

Si nos detuviéramos a ver los cambios estructurales en una ciudad y quisiéramos medirlos en el corto y mediano plazo, probablemente llegaríamos a la conclusión de que nada cambió demasiado, que todo sigue más o menos igual. Pero si se colocase a la tecnología en el centro de la escena, sería posible demostrar el impacto directo que generó en las urbes. Pero ese impacto directo y medible, ¿permite pensar integralmente? Creo que no, que solo es una parte de la película; aunque por cierto, una de las importantes.

Me gusta definir smart city como el resultado de un gran charrette: una sesión de trabajo interactivo y colaborativo durante la cual todos los interesados (vecinos, políticos, representantes de las fuerzas de seguridad, salud, educación, agencias medioambientales, planificadores municipales, desarrolladores tecnológicos, entre otros) tienen la oportunidad de participar en el proceso de diseño o rediseño urbano. Habrá ciudades que podrán desarrollarse bajo el concepto de walking distance integrando su trazado urbano al casco histórico de la misma, o bien ciudades conectadas estratégicamente a través de grandes vías y transporte urbano para descomprimir las grandes capitales y crecer en las cercanías.

Sin dudas, la tecnología jugará un rol preponderante porque mejorará la conectividad, perfeccionará los sistemas de construcción, simplificará y potenciará la relación público-privada. Pero será un jugador más en el nuevo concepto urbanístico.

Lograr una planificación sostenida en el tiempo donde todos estos interlocutores puedan tener un ámbito de encuentro, aportar ideas, mejores prácticas y -por sobre todas las cosas- medir los impactos, hará que la construcción de estas nuevas urbes tengan un sentido integral y armónico para que todos los habitantes puedan verse beneficiados en su calidad de vida.

Quizás, una vez finalizada esta pandemia, habremos entendido que repensar las ciudades desde la gestión colaborativa es una necesidad más que una opción y, como en toda transformación histórica, el tiempo será el encargado de mostrarnos los resultados.