Columnas

Quieren a Américo Villarreal Anaya en el PRI

El último reducto del nefasto porrismo que asoló durante años a Tamaulipas, fue extirpado el jueves mediante el procedimiento de rescisión del contrato laboral entre la UAT y José Amparo Vargas Martínez, por lo que automáticamente cesó como director de la unidad académica de Trabajo Social en el Campus Victoria. 

En realidad, Gonzalo Hernández Flores es el verdadero objetivo a eliminar, por ser un estorbo para la buena marcha de la UAT pues está obsesionado con precipitar los ciclos rectorales para hacerse elegir como Rector.

Para conseguir este propósito, Gonzalo maneja a un grupo hacia el interior de la UAT que agita con fines desestabilizadores utilizando diferentes estrategias, una de ellas, la manipulación de redes sociales para la difusión de infundios, mentiras, verdades a medias, enlodando la reputación de universitarios.

José Amparo Vargas Martínez era director de Trabajo Social pero el poder tras el trono lo era Gonzalo Hernández Flores. Hace tres meses, Amparo fue convocado por el contralor y el abogado general de la UAT, para ser notificado de un procedimiento abierto en su contra por presuntas irregularidades.

Se le dio la oportunidad de informar, explicar y justificar que modificara por decisión propia, el procedimiento de cobro de las colegiaturas de inscripción de estudiantes pues procedió a recoger directamente el dinero en efectivo y guardárselo, en lugar de entregar formas de depósito en bancos, a nombre de la UAT.

En esos tres meses, el entonces director de Trabajo Social se concretó a declarar que sólo estaba obligado a responder de sus actos ante el consejo técnico de su propia escuela.

Entonces, los abogados de la UAT decidieron aplicar lo dispuesto en la Ley Federal del Trabajo, que autoriza la rescisión contractual cuando el trabajador incurre en graves irregularidades.

Es decir, no se le cesó como director escolar, sino como trabajador de la UAT, por no ajustar su comportamiento a la normatividad jurídica, pues al cobrar personalmente y en efectivo las colegiaturas escolares, quebrantó la norma impuesta por el SAT, de canalizar hacia una sola cuenta bancaria, los ingresos de la institución.

Por consiguiente, el secretario académico de Trabajo Social, maestro Carlos Fernando Ortiz Moncada, fue notificado formal y personalmente, de su nueva encomienda, de encargado del despacho como director del plantel.

Esos son los hechos, objetivamente descritos. Gonzalo Hernández Flores quiso armar un sainete para inventar que trataban de tomar por asalto “su” escuela, y hubo un intercambio de manazos en la notificación de ascenso para Ortiz Moncada.

También fracasó Gonzalo cuando convocó a los jefes de grupo por salones, pues de más de cien que están acreditados, sólo asistieron menos de cuarenta de ellos, porque ya no quieren plegarse a sus designios.

Gonzalo Hernández Flores es auto-declarado partidario del gobierno estatal, panista, y presume que con su intervención, se convertiría en el nuevo Rector en el corto plazo.

Por protocolo político y urbanidad institucional, autoridades del nuevo gobierno estatal, panista, fueron enterados en tiempo y forma, del procedimiento empleado en este caso por la Rectoría de la UAT, y no hicieron ninguna observación.

Esta historia continuará.

En otros temas, hoy vence el plazo estatutario para que el CEN del PRI emita la convocatoria para la renovación de la directiva estatal tamaulipeca y se esperaba que el documento aparezca en estrados.

Y mañana vence el plazo de 60 días del interinato de Aída Zulema Flores Peña al frente de la presidencia estatal del PRI, por lo que puede volver a su cargo original de secretaria general, ser ratificada o continuar allí por inercia.

Aída Zulema tiene sumamente disgustados a propios y extraños, pues en ese lapso sólo alimentó su ego con eventos para la foto pero sobre todo, por haber traicionado la confianza de la militancia al maquinar en lo oscurito una lista de candidatos a consejeros nacionales encabezada por el repudiado Egidio Torre Cantú.

Ayer nos dijo Enrique Cárdenas del Avellano, que no hay modo de impugnar hasta tumbarla, esa lista de nuevos consejeros, pero que es más triste reconocer que el PRI no tiene remedio, pues ninguno de sus próceres se atreve a alzar la voz para encabezar un movimiento de reivindicación.

Reveló el ex presidente estatal del PRI, dos veces diputado federal, ex líder del Congreso local, ex alcalde victorense, que planteó al entonces presidente del PRI Rafael González Benavides, repartir entre los ex presidentes del partido, la responsabilidad de hacer evaluaciones en los principales municipios del Estado, con miras a escoger candidatos triunfadores en 2018, costeando ellos sus gastos.

Pero obtuvo como respuesta el silencio. Le duele así mismo, que otros prominentes militantes que han hecho carrera y fortuna en el PRI, se encojan de hombros ante la debacle y se limiten a esperar que las soluciones, surjan de arriba, por dedazo.

Se lamenta Cárdenas del Avellano, que estén limitados por la cultura de la sumisión porque les ha suprimido la capacidad de iniciativa, de inventiva, de audacia. Dibujó un panorama desastroso para el PRI, pues ante la falta de respuestas, la gente se está yendo a otros partidos, MORENA, particularmente.

Descartó definitivamente que él esté en tentación de cambiar de camiseta luego de mencionar los nombres de destacados compañeros suyos que están en vías de mudar de siglas.

Enrique Cárdenas del Avellano no quiso hacer predicciones electorales, pero dejó asentado que el PAN está en un proceso de auto-destrucción, por las pugnas internas que se advierten en los principales municipios del Estado, principalmente Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo.

Urgió el también ex Secretario de Desarrollo Rural de Tamaulipas, a definir las reglas del juego para que el PRI recupere en Tamaulipas vida propia, porque la política no admite demoras, treguas, descansos. “El 2018 está a la vuelta de la esquina y debemos estar preparados para ir por la recuperación de los espacios perdidos”, dijo.

Juan Alonso Camarillo, declarado pre-candidato a presidente del PRI, repudió como Enrique Cárdenas, la posibilidad de que llegue a Tamaulipas un emisario del comité nacional, a usurpar la presidencia partidista.

El político riobravense aclaró que un delegado es coadyuvante, colaborador, observador, auxiliar y asistente, pero nunca puede asumir funciones ejecutivas, por la simple y sencilla razón de que es forastero, extraño, desconocido, ignorante de la circunstancia local y su historia.

Al cierre de esta columna, supimos del surgimiento de una corriente de opinión hacia el interior del PRI, que buscaría convencer al médico Américo Villarreal Anaya, de aceptar ponerse al frente del partido, para darle una nueva dimensión política.

Américo no es propiamente un político, pero quienes simpatizan con este proyecto creen que ese es su mejor atributo, pues no está contaminado con los usos y costumbres de quienes son versados en ello.

Villarreal Anaya tiene hecha una excelente carrera médica por méritos propios, pero además lo adorna el prestigio personal de su señor padre, el ingeniero Américo Villarreal Guerra, el ex Gobernador de recuerdo inolvidable que prestigia al PRI por su desempeño eficiente y honesto.

Son muchos en el PRI los que le apuestan a ir por la recuperación del prestigio, el buen nombre y mejor del destino de ese partido, bajo la conducción de hombres nuevos, que no se guíen en su conducta por el apetito de dinero fácil, sino que busquen regresarle a la política el viejo prestigio del bien servir, de buenos resultados. La justicia social en su exacta dimensión, no como mera referencia retórica.