Columnas

Que la palabra del año sea _ _ p _ _ _ _ a _ _ _ _ t o”

“Solo existen dos días del año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro mañana”.  Dalai Lama.

Paso medio año y en el ámbito mundial caminamos hacia la multipolaridad mientras Kim Jong Un se erigió como la amenaza, Trump como el villano mediático, Putin como el estratega, Macron como la moda y la esperanza, y Musk como el emprendedor.

En el 2016 la elección presidencial en Estados Unidos contribuyó en gran medida para que la palabra del año, según el Diccionario Oxford, fuera posverdad. En lo que va de este año aún no se distingue que término pudiera ser el más significativo, sin embargo para el caso mexicano, seguramente sería la palabra corrupción, o bien, impunidad.

En México, Javier Duarte se erige como el villano del año entre muchos más, y, la agenda mediática gira en torno a un sistema anticorrupción endeble, procesos electorales cuestionados, gobernadores impunes y otros tantos investigados o castigados. La inseguridad y el  gasolinazo han hecho combustión en nuestro país que parece débil para negociar un Tratado de Libre Comercio y cuyo malestar social se profundiza tanto por la inflación, como por el ver y sentir que la agenda política es distinta a la de los principales intereses ciudadanos.

La clase política está pasmada porque estaba acostumbrada a desarrollarse a partir de una lógica de favores políticos y reparto de cuotas que ante nuevas regulaciones, ya no les es posible o al menos les resulta más complejo. Con ésta coyuntura pareciera que con el proceso electoral del 2018 se avecina la tormenta perfecta, una ante la cual no estamos aún preparados, por lo que su poder destructivo originará desastre y/o cambio.

Desastre, porque a pesar de que la corrupción le cuesta al país, un billón 920 mil millones de pesos al año (Fondo Monetario Internacional) y de que dicho lastre emerge en las encuestas de opinión como uno de sus dos principales problemas, su lucha inició con un sistema legal incompleto, con carencias técnicas que podrían poner en riesgo los resultados esperados de su funcionamiento. El Sistema Nacional Anticorrupción arrancó en un contexto altamente politizado evidenciando la falta de voluntad política del ejecutivo federal y del poder legislativo que propiciaron que aún no cuente con un fiscal que investigue los ilícitos, ni con magistrados especializados que sancionen a funcionarios y particulares. Tampoco están listos los 32 sistemas locales, 12 entidades no han armonizado su legislación, 31 no han integrado el comité de participación ciudadana, 26 no han nombrado fiscal y 27 no cuentan con tribunales o salas especializadas.

Cambio, porque hoy como nunca, ante el vacío en las expectativas hacia la clase política,  una parte de la sociedad civil se agrupa y organiza para hacer valer su sentir, se sabe en el fondo del socavón de la corrupción y quiere construir un andamiaje de legalidad que le permita salir a una realidad distinta, una de mayor justicia social y desarrollo. Por ejemplo, más de 30 organizaciones se agruparon bajo la coalición #VamosPorMás y anunciaron una serie de acciones para fortalecer el Sistema Anticorrupción como son el exigir a los gobiernos recursos suficientes para asegurar la independencia de los comités de participación ciudadana, así como una fiscalía completamente independiente.

La organización política Nosotrxs que está integrada por más de 60 intelectuales y académicos para enseñar a los ciudadanos a que exijan cuentas a los partidos políticos y a los gobiernos. También Integrantes de la organización Ahora, quienes demandaron a los 11 consejeros del Instituto Nacional Electoral para que renuncien en un ejercicio de conciencia personal, más que en uno de remoción, ante su incapacidad en la fiscalización de los recursos de los procesos electorales recientes. Recordemos,  el emblemático  3de3, también resultado del activismo social o el reciente rompimiento de los ciudadanos que acompañaron al Senado de la República en el proceso de selección del primer fiscal anticorrupción, por sentirse decepcionados de la manera en que los legisladores atascaron una decisión fundamental por motivos políticos.

Vivimos una oleada democrática por parte de los sectores más conscientes de la sociedad, harta de la corrupción y la impunidad. Sin embargo, esta lucha no es sencilla porque éste lastre, es sistémico, está arraigado en todas las capas de la sociedad y ha sido adoptada por casi todos los mexicanos.  En un país de vulnerables como el nuestro, como bien diría Eduardo Galeano “La impunidad premia al delito, induce a su repetición y le hace propaganda: estimula al delincuente y contagia su ejemplo”.

Ojalá algún día se hiciera extensivo en la sociedad que el que tranza, no avanza y que no existe el dinero fácil, salvo el de la lotería. Sólo con educación cívica, con el ejemplo de la congruencia de una nueva clase política que despierte admiración y con el castigo al corrupto, es posible. Ojalá también, algunos funcionarios y empresarios por sobrevivencia, penitencia o cambio de conciencia, dijeran ya basta, ya fue suficiente, los demás si se dan cuenta.

Seguramente será un proceso muy largo pero podemos empezar algunos cumpliendo con nuestros derechos y obligaciones ciudadanas; informándonos y apoyando a los grupos y movimientos que existen; sancionando con el voto a quienes propician que todo siga igual; corriendo la voz para generar conciencia; o ayudando al prójimo y amando al país para que el fuego en el alma y la vida de sueños, genere pasión que movilice o motive la esperanza de un mejor porvenir.

El cambio que necesitamos para abatir la corrupción no sólo depende del funcionamiento de un sistema o de nuevas leyes, sino de la participación de todos para su legitimación. No dejemos que el ayer domine nuestro pensamiento y quehacer diario, o como me diría mi madre hasta al cansancio, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Hago votos porque a nivel mundial la palabra del año sea cooperación y para que en nuestro país, sea empoderamiento para que en el siguiente sea cambio y en algunos más, desarrollo.

Placer culposo:

La expectativa por ver lo último del director Christofer Nolan, Dunkirk y el final de la nueva saga del planeta de los simios,  War for the Planets of the Apes. Un disco de rock rápido, Edguy y su Monuments. También una joya de jazz, Benny Greb y su disco Grebfuit2. El nuevo libro de Adam Grant (los originales) y Sherly Sandberg, Option B para emprendedores.