Piden armar plan contra ‘el coyotaje’
CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Con la finalidad de evitar los intermediarios y vender productos del campo a precios más accesibles a la población, las organizaciones campesinas deberían crear mercados populares donde se venda directamente lo que se produce en Tamaulipas, dijo el productor Rafael Contreras Hernández.
“No es posible que actualmente a los productores no quieran pagar el kilo de chile verde serrano en 7 u 8 pesos, mientras que en tiendas de autoservicio lo están vendiendo hasta en 40 pesos, lo cual es un mundo de diferencia”, dijo .
Otro ejemplo es el tomate rojo, actualmente en el campo los compradores lo pagan a 150 pesos la caja con 20 kilos, que representa apenas 7 pesos por kilo, en tanto que en las tiendas se vende entre 26 y 36 pesos el kilo.
Una situación similar la viven productores de frijol del norte y centro de Tamaulipas, a quien les quieren pagar a 12 pesos el kilo y hasta las dependencias del gobierno federal tienen un precio bajo, ya que Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), que es una institución que depende de DICONSA, fijo un precio de garantía de sólo 15 pesos el kilo, cuando ese mismo frijol a la gente lo venden centros comerciales por arriba de 30 pesos.
“Es mucha la diferencia en precios y esa situación afecta no solo a los productores agrícolas, si no a consumidores finales que son los que pagan el precio más alto por esos alimentos”.
Una de las soluciones que se pueden aplicar sería que los productores agrícolas vendieran directamente a la gente, en mercados populares a precio que sea beneficio para ambos.
“Por ejemplo el tomate a nosotros lo pagan en 7 pesos el kilo, por lo que el precio al consumidor final no debe ser mayor a 14 pesos, mientras que el chile serrano igual, si se paga en 7 u 8 pesos el precio máximo debería de ser de 15 pesos el kilo, y aún así habría un margen de ganancia hasta el 100 por ciento”.
No es posible que en tanto campesinos y productores trabajen día y noche para hacer producir la tierra, los intermediarios que se dedican a acaparar esos productos alimenticios se hagan millonarios y afecte también al consumidor final, porque compran barato y venden caro.