Marilyn Monroe comió gusanos de maguey en su visita a México
“¡Señor Guillén, señor Guillén, ahí viene Marilyn Monroe!”, exclamó emocionado uno de los empleados cuando vio bajar de un automóvil de lujo a la actriz que acompañada de un séquito de, por lo menos ocho personas, partió plaza dispuesta a probar los platillos mexicanos en el tradicional restaurante taurino El Taquito.
“Su visita no estaba planeada, llegó de improviso. Ese día, el entonces regente capitalino, Ernesto P. Uruchurtu, le llamó a mi papá Rafael Guillén para decirle que tuviera mucho cuidado porque le mandaría a una persona muy especial y le pedía que la atendiera bien”, relató Marcos Guillén, uno de los propietarios del lugar.
Su padre insistió en saber de quién se trataba, pero el político no quiso revelarlo y a los 15 minutos después de colgar, el Lincoln color negro ya estaba estacionado en el número 69 de la calle Del Carmen en el Centro Histórico. Era viernes, 23 de febrero de 1962.
La estrella de Hollywood fue conducida al salón Dorado, hoy denominado Santiago, en una mesa junto a uno de los balcones del lugar y en cuyo lugar ocupado, hoy luce una silla cubierta de rojo en el respaldo, como símbolo especial de su visita.
Entremeses compuestos por sopes, nopalitos, quesadillas, guacamoles, chalupas, carnitas, mole y chicharrón fueron colocados de inmediato en la mesa para agasajar a los presentes, así como tacos dorados de pollo y mole poblano.
De beber sirvieron tequilas, cervezas, martinis, margaritas y daiquirís. También hubo banderillas tricolores integradas de licor de crema de cacao clara, granadina y menta verde.
“Estábamos en temporada de gusanos de maguey y mi papá ofreció a Marilyn probarlos, por lo que en la foto alusiva de su recuerdo, se le observa sonriente tomando el taco de gusanos y al lado una copa de margarita”, contó a Notimex en entrevista.
Monroe comió dos tacos, además, bebió jugo de carne, probó unas chalupas y quesadillas de flor de calabaza, papa, queso y huitlacoche.
“Aunque no sabía de qué estaba hecha cada cosa, se comió todo lo que le trajeron”, aseguró Guillén, quien orgulloso y en tamaño gigante, presume en su oficina la imagen de la rubia estadunidense que portaba un vestido negro de encaje en la parte superior y un abrigo del mismo tono.
Los grupos norteños y el mariachi son tradicionales de El Taquito, pero para ese momento, los dueños eligieron a este último. Se trataba del Mariachi de Felipe Marmolejo que interpretó en su honor temas como “El son de la negra”, “Cielito lindo”, “Guadalajara”, “La Malagueña”.
El entonces dueño del restaurante también llamó al quinteto Los Camaradas, que cantó para ella los emblemáticos boleros “Bésame mucho” y “Peregrina”, por citar algunos.
“Tengo entendido que llegó acompañada por un grupo de amigos de ella y varios periodistas. Permaneció unas dos horas y todos los meseros la querían atender. Ella se portó muy amable, abrazó a mi padre y le dio su beso. Asimismo, accedió a tomarse fotos con todos los que ahí se encontraban”.
La visita de la actriz fue de gran relevancia para el antiguo comedor que en julio próximo celebrará el primer centenario de su fundación. Ahí ya habían asistido Dolores del Río, María Félix y Elsa Aguirre, entre otras bellezas del cine nacional, pero Marilyn resaltó por su belleza y sensualidad.
Acerca de si la protagonista de “Los caballeros las prefieren rubias” (1953) pagó la cuenta o no, Marcos Guillén no está seguro, pues nunca le preguntó a su padre. Sin embargo, asegura, eso es lo de menos “porque esa tarde ella irradió con su luz todos los rincones de El Taquito