Columnas

Manlio inicia campaña

Manlio Fabio Beltrones se niega en redondo a seguir encabezando el PRI: “Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”. Es fractura, deslinde y liberación. Recomienza su campaña para colocarse la banda nacional en 2018.

En los sistemas presidencialistas, la dimisión de un miembro del equipo de gobierno usualmente es a petición del jefe del Estado; pero en los países con tradición autoritaria, como México, es una proeza que el subordinado le renuncie al superior. Para llegar a ese punto se necesita valentía, independencia, honor y que sus diferencias sean insuperables.

Tato, nieto de Gilberto Valenzuela, secretario de Gobernación del presidente Álvaro Obregón (1923), me relató que cuando su abuelo le renunció al general, éste le dijo: “Yo no le he perdido la confianza”. El dimitente replicó: “¡Pero yo a usted sí!” la anécdota retrata la autoridad moral de quien fuera un gran jurista sonorense.

En 2004, Calderón, entonces secretario de Energía, le renunció a Vicente Fox, mediante carta pública, luego de una ruptura provocada por la anticipación de la precampaña de Felipe, quien había sido presidente nacional del PAN y poseía liderazgo. Con ese gesto marcó distancia y construyó la alternativa al foxismo. Emancipado de la subordinación al presidente ganó candidatura y elección.

En el modelo priísta el partido equivale a una secretaría de elecciones y su titular, en la práctica, es un miembro del gabinete ampliado. Su nombramiento es designación directa del Presidente, responde a sus intereses e instrucciones.

Manlio, conocedor de estas reglas, entró a la oficina de Insurgentes Norte como beneficiario de una coyuntura política que exigía cierre de filas tricolores. Habían logrado la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones de medio término, a pesar de la abrumadora desaprobación popular al desempeño de la alianza Atlacomulco-Pachuca; pero desde entonces se advertían las condiciones negativas para que el PRI conserve el poder. El 5 de junio se los demostró.

La clase política oficialista, agraviada por la exclusión, aplaudió fervorosamente la entronización de uno de sus más conspicuos representantes del liderato partidario. Los delfines del cártel mexiquense-hidalguense trataron de impedirla, pero al final aguantaron la decisión presidencial. Sabían que se incorporaba al derby por Los Pinos un purasangre y había que trampearlo.

En su despedida Beltrones no logra escapar del lenguaje cortesano con párrafos cifrados sólo comprensibles entre sus congéneres, pero revela lo suficientemente para que el público se entere que no dejará que este gobierno acabe con el PRI. Encabezará la batalla para impedir el retorno de su partido a la oposición. Música celeste para el priísmo dolido por las recientes derrotas. “No está en juego la numeralia electoral del 5 de junio, sino el proyecto de nación para el siglo XXI. Lo importante es defender un proyecto de modernización del país”. No abandonará el terreno de lucha: “Mi vocación es la política y seguiré en ella”.

Las bases del PRI decepcionadas con el gobierno ya tienen candidato presidencial. El programa de modernización está escrito desde hace seis años, se titula: La vida y la política. Orden, desarrollo y bienestar ( Quimera, 2011) e intenta responder a una pregunta: “¿ Para que se quiere ganar el poder?”. El plan quedó guardado cuando su autor recogió sus estandartes y se allanó a la avasalladora operación tele-política que hizo presidente a Peña Nieto. Hoy no queda corcel ganador en la cuadra del gabinete, todos están reventados. Manlio salió del corral. Es caballo de hacienda sin el pesado fardo de esa marca. ¿ Logrará llegar a la meta?

Por: Luis Felipe Bravo Mena //Analista político.

@L_FBravoMena