Columnas

Los 300…

Tengo 3 mil 375 amigos en Facebook. La mayoría con estudios universitarios. De ese núcleo de usuarios, menos de 300 son personas que muestran interés sobre temas políticos; los restantes, utilizan su muro para promocionar sus negocios, sus religiones, su amistad y no pocos para enviar mensajes de superación a sus seguidores y amigos.

El grupo de los 300, acciona y reacciona a estímulos y mensajes políticos.

Muchos lo hacen apasionadamente.
La mayoría con prudencia y respeto.

De mis amistades, puedo ubicar quién apuesta por quién en la pugna por la gubernatura de Tamaulipas. También, a quién le simpatiza tal o cual partido.
Son los mismos usuarios los que –presumo- creen que el candidato de sus preferencias va a ganar en función de la estridencia con que exhiban su simpatía en su muro y en el de los demás.
Y obvio: de igual manera, -se infiere- piensan que denostando a los contrarios –partidos y candidatos- se ganan adhesiones ciudadanas.

Los 300, ahí están.
Como cuchillito de palo.
Hacen memes –como si una ocurrencia jocosa, pudiera derrumbar los consensos de sus adversarios-, con patéticas ortografías y una sintaxis gráfica de la patada creyendo que así apuntalarán a los partidos y aspirantes de sus amores. Adjetivan agresivamente las ideas o las propuestas de los otros. Están a la caza de material gráfico para torpedear al candidato de enfrente para “ayudar a su candidato”.

De hecho, en toda la campaña en Tamaulipas sólo puedo mencionar cuatro o cinco memes ingeniosos, bien hechos y divertidos.
La inmensa mayoría, están pal perro.
Y no es una postura arrogante.
Nada de eso.

Es una visión de la práctica del usuario del Facebook, que ha tomado por asalto las redes sociales –lo visualizan como el teatro definitivo de la guerra electoral- en lugar de salir a la calle y cara a cara frente al ciudadano convencerlo que su partido y sus candidatos son los mejores. He visto a los candidatos de los más importantes partidos, PRD, PRI, PAN, MC sudar sus camisetas y meterse a rancherías, colonias y fraccionamientos.

Los 300, le temen al sol.
Los 300, abominan la sed que genera el polvo y la miseria de las calles de los sectores populares.

(De hecho, los puedo imaginar. Sudorosos, con una taza de café o lata de cerveza en la mano. Cigarrillo en un improvisado cenicero, hecho con el envase de la cheve vacía. Sonriendo. Por supuesto: pensando que va a cambiar el rumbo y el resultado de la campaña con una sola imagen, con una sola foto, con una sola frase. Checando permanentemente su whatsapp y su Twitter.

Hablando de cuando en cuando, con sus correligionarios para estar al tanto de la exitosa campaña en redes sociales de la cual él es el pilar más importante. Festejando los memes de los partidos vecinos porque carecen de la genialidad y la puntillosidad de los suyos).

No tienen idea, que la información se jerarquiza.
Al parecer no la necesitan.
Los 300 son amigos a los que aprecio.

Los 300, son la militancia cibernética de la red partidista.
Lo que no he podido descifrar, es para donde agarraron los intensos guerreros de las redes sociales del candidato independiente Pancho Chavira.

Después del 5 de junio, los 300 quedarán frente a su ordenador y a su teléfono inteligente, orgullosos, presumiendo que sus memes y su rol de bots asalariados, fueron determinantes para el triunfo de su candidato…
…la realidad virtual es tan poderosa, que algunos se la creen.