Columnas

Las mil y una causas que hicieron perder la gubernatura

Baltazar Hinojosa Ochoa perdió la elección de Gobernador, porque la gente no lo creyó sincero cuando se desmarcó del actual gobierno; le faltó contundencia en el pronunciamiento contra la corrupción y también le faltó congruencia. Hay otras mil razones por las que el candidato del PRI no consiguió la mayoría de votos.

El mismo Baltazar contribuyó a la derrota con desplantes que lo aislaron de algunos de sus principales colaboradores. Era difícil verlo para exponerle situaciones de la campaña. Sus más cercanos lo encerraron en una burbuja y él aceptó por comodidad el distanciamiento.

El comité de campaña tuvo muchas deficiencias, alguna deliberadas por parte de emisarios que tenían la consigna de estorbar, detener, obstaculizar, frenar, echar a perder. Hubo traidores y topos que hoy vociferan con descaro “misión cumplida”.

Pese a tener dos jefes de prensa, el comité de campaña tricolor mantuvo atrofiados los canales de comunicación. Tampoco es novedad que se hable de escamoteo de dinero destinado al pago de convenios de publicidad.

Pero los problemas que abonaron la hecatombe tricolor en Tamaulipas empezaron desde la designación de candidatos a presidentes municipales, diputados locales y hasta de síndicos y regidores.

Se favoreció a parientes, compadres, amiguitas, recomendados y hasta a ex presidiarios (no hablamos del candidato del PAN), provocando una desbandada de priístas escandalizados por la vulgar subasta de candidaturas. Muchos se fueron a la oposición y desde allí cobraron la afrenta, derrotando a esos candidatos impopulares. Vg. Altamira y Díaz Ordaz.

Hinojosa Ochoa no pareció preocupado por el profundo divisionismo que prevaleció hacia el interior del PRI por el caprichoso reparto de candidaturas. Lo creyó cosa secundaria, sin relevancia ni trascendencia.

Luego, el candidato a Gobernador aceptó que le pusieran una camisa de fuerza desde el palacio de gobierno, que le impidió un libre manejo del gasto de campaña.

Pese a todos estos contratiempos y obstáculos, la campaña de Baltazar fue la más completa porque le puso toda la energía en los recorridos por los municipios, por la claridad y objetividad de las propuestas de gobierno, por el discurso vibrante y convincente que descorrió los vicios del actual gobierno y estableció compromisos para superarlos.

Pero no fue suficiente. El mal humor social del que habla el Presidente de la República Enrique Peña Nieto afloró en la privacidad de las urnas, y los electores descargaron su furia, frustración y venganza contra el sistema, favoreciendo a otras opciones.

Baltazar no fue derrotado por el PAN ni por Cabeza de Vaca. Lo fulminó el voto anti-Egidio, el voto anti-Peña Nieto, el voto anti-PRI. El voto de castigo que no razonó las consecuencias de darle el poder a un ex presidiario. No buscaban los tamaulipecos maltratados, quién les hizo el daño, sino quién lo pagara.

El hartazgo social tuvo su más dramática expresión en las casillas electorales. Ojalá no podamos escribir algún día en este espacio, “se los dijimos”, cuando resulte ser que es peor el remedio que la enfermedad.

Pero además, como lo escribieron ayer por separado los periodistas Guadalupe Díaz Martínez, en Ciudad Victoria, y Hugo Ramos, en Reynosa, será sólo un sexenio en manos de Cabeza de Vaca, pues es una constante del PAN, no tener la capacidad de retener consecutivamente los cargos públicos de elección popular.

El mismo Cabeza no consiguió imponer en Reynosa a uno de los suyos en la presidencia municipal en 2007 cuando él concluyó su gestión edilicia de tres años. Su candidato Gerardo Peña Flores fue aplastado en las urnas por Oscar Luebbert Gutiérrez.

En 2010 repitió el hoy Gobernador electo la intentona por recuperar el manejo del gobierno municipal de Reynosa con otro de sus incondicionales, José María Moreno Ibarra, pero igual sufrió una derrota contundente, a manos del priísta Everardo Villarreal Salinas.

En 2013, Cabeza de Vaca volvió a hacer postular al Chuma (así le dicen a Moreno Ibarra) y lo mandó a la lona José Elías Leal.

Fue hasta ahora que el senador con licencia se salió con la suya, al desplazar a Leonel Cantú Robles para imponer como candidata a presidenta municipal de Reynosa a Maki Ortiz Domínguez, pues la dama, también senadora con licencia, se alzó con el triunfo electoral.

Esta victoria de  Maki es sospechosa, porque la dama no tiene arraigo, no tiene grupo propio, no ha hecho nada por esa ciudad, no hizo gasto proselitista pues se atuvo a redes sociales, y sin embargo, le acreditaron una votación superior a la del priísta Ernesto Robinson Terán, que sí se partió el alma en la campaña y pertenece a una familia de abolengo político.

Más curioso todavía, en Matamoros, la candidata del PAN, Verónica Salazar Vázquez, con fuerte presencia y una campaña intensa, no logró la proeza de Maki. Perdió frente al licenciado Jesús de la Garza Díaz del Guante.

“Reporteros en la mesa” dijo el lunes en Noti-GAPE frecuencia 1390 AM, que Maki se “colgó” de la campaña de Cabeza de Vaca, para no sucumbir a la mediocridad y la derrota.

Cuentas mochas entregarían (si se las piden, porque Egidio dijo que no vale la pena) los operadores Oscar Luebbert, Amira Gómez Tueme, Reynaldo Garza Elizondo, Salvador Treviño Garza.

Por cierto, el Gobernador saliente Egidio Torre Cantú se vio ayer alegre y alborozado cuando reveló a los periodistas que habló con Cabeza de Vaca para felicitarlo por haber ganado la gubernatura. Desdeñó la pregunta de si no había perdido el sueño.

En Veracruz, el Gobernador electo, Miguel Angel Yunes Linares, también del PAN, anunció que meterá a la cárcel al Gobernador saliente, priísta, Javier Duarte, no como cacería de brujas, sino por un simple acto de justicia. Es muy corrupto.

Egidio dijo también a los periodistas, que así es la democracia, que se respetará la voluntad popular y que no buscarán responsables de la derrota.

La contabilidad extraoficial del IETAM concedía ayer al PAN el triunfo en 25 Ayuntamientos y en 16 diputaciones locales, una hecatombe tricolor nunca vista en la historia de Tamaulipas.

La más reciente paliza electoral asestada al PRI ocurrió en el gobierno de Manuel Cavazos Lerma, cuando perdió este partido el dominio en diez municipios y en cinco distritos uninominales. Pero esto no tiene comparación.

Si pudiera servir de consolación, Manlio Fabio Beltrones no era candidato el domingo 5, pero la pérdida de 7 gubernaturas le significa el desmoronamiento de su proyecto de convertirse en candidato presidencial en 2018.

Al contrario, el presidente nacional del PAN Ricardo Anaya “amarra” la nominación azul, desplazando a la desmemoriada ex primera dama Margarita Zavala de Felipe Calderón Hinojosa.

Salvador García Soto, analista político, publicó ayer en El Universal una historia manoseada, según la cual, el Secretario de Gobernación Miguel Angel Osorio Chong ayudó a ganar a Cabeza de Vaca, sólo para fastidiar a Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, que le estorba para conseguir la nominación presidencial priísta.

Andrés Manuel López Obrador también contó esa versión en una video-conferencia de 12 minutos de duración y fue materia de trabajo de Pedro Ferriz de Con, así como de otros autores.

“De que se van, se van”, presumía en campaña Cabeza de Vaca, y lo cumplió, aunque pareciera que contó con otros apoyos además del poder de los votos.

Correo electrónico: albertoguerra65@hotmail.com