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La presión del 2018…El Fogón

La recuperación de dos de los principales partidos nacionales (PRI y PRD), tienen que pasar por decisiones tajantes. Los escenarios del 2018 –incluyendo el año próximo que se disputa uno de los reductos más prolíferos de votos para toda organización política: el estado de México- están el la ruta crítica para ambos actores.

El PRI, no puede levantarse de su situación agónica sin saldar cuentas con el pasado. Su vínculo con una clase política corrompida y neoliberalizada que optó por convertir la política en su patrimonio exclusivo, su peculiar forma de gobernar que privilegió a un club de amigos y su sociedad con el crimen organizado lo llevaron a la autodestrucción.

Ni siquiera los aciertos de PAN, son explicación de la debacle del PRI.

Años de demolición partidaria por parte de esas sectas políticas tricolores, terminaron por derrumbar a uno de los actores políticos más duraderos del país.

Los penosos pasos del PRI, ya no admiten medias tintas.
El Partido de la Revolución Institucionalizada, quedó atrás. Su impulso a algunos de los principios fundamentales de la revolución –educación pública, laica y gratuita, propiedad social de la tierra, derecho a la salud y al trabajo-, quedó en girones a su paso por el berenjenal del Neoliberalismo.

Lo dijo José López Portillo con precisión:
-Fui el último Presidente de la revolución…-.
Los restos del priismo, tienen ante si la exigencia histórica de renovar su programa de acción tanto como sus siglas.

El PRI como está, no se ve con posibilidades de llegar con oxígeno al 2018.

El priismo –es decir: su militancia, lo más decente de sus seguidores- debe aniquilar un programa y unas siglas que estás indisolublemente asociadas más bien a un partido de Derecha que a una organización de centro o de izquierda progresista.

El adiós al PRI que debe irse, no puede pasar por la indecencia. Hoy por hoy, el priismo requiere de una potente Comisión de Honor y Justicia que ajuste cuentas con un pasado que de no liquidar lo seguirá por siempre y lo llevará a la sepultura.

“El Partido se fortalece depurándose…”, dijo uno de los políticos universales más renombrados.
Así es.

El PRI en desaparición, exige la expulsión de muchos ex gobernadores y ex presidentes de la república que han pervertido esa organización política.

Seguir –como hasta el momento- desde la omisión, desde la perversa amnistía, será el fin del PRI, el fin del más exitoso partido de la revolución.

El PRD, no tiene mejores augurios. Inició como un partido opositor a las políticas neoliberales –por eso mismo tendría que calificarse de Izquierda-. Tras una larga sangría de personajes de la academia, de las artes, de la ciencia y de sus principales fundadores y promotores, pasó a ser un agrupación pragmática y viscosa ideológicamente.

Se dice de Izquierda. Es más: le disputan a MORENA ser la legítima Izquierda. Sus alianzas en la penumbra, han sido del todo inciertas. Unas veces pactan con el PRI; otras veces, negocian con el PAN. Acuerdos de coyuntura.

Urge al PRD, un Congreso para el replanteamiento.
Lo que obliga a dar celeridad a las reformas priistas y perredistas, no son las dinámicas internas. Lo que de imprime carácter de urgencia a los cambios en el PRD y en el PRI, es la estridente expansión de Andrés Manuel López Obrador y MORENA.

El 2018 será la prueba final para el PRD y el PRI.

Si llegan las anheladas –por sus respectivas militancias- adecuaciones, podrían salir del 2108 con estructuras para reponerse.

De lo contrario: fragmentos del PRI y del PRD se sumarán a MORENA.

Es decir: será la puntilla para los tricolores y el amarillo.
Podría darse un escenario todavía más grotesco que los llevaría a la auto aniquilación: la suma de las burocracias priistas y perredistas, a la campaña presidencial del PAN en una alianza a toda costa para frenar al lopezobradorismo.

Como se ve, el 2018 le esta poniendo más presión al PRI y al PRD que a los otros partidos…