La lección de Arnulfo y la Sección XXX
La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
La sucesión presidencial del 2024, –como todas las que se recuerden– ha incitado a la clase política tamaulipeca, a decantarse por uno u otro pre-candidato. Es evidente: sólo un bando gana esa apuesta sexenal; los otros, pasan a la fría banca y a esperar otros seis años para jugar el mismo juego de nunca acabar: atinarle al tapado –hoy corcholata–.
El más memorable pre-destape en Tamaulipas, ocurrió en la contienda interna del PRI entre José López Portillo, Mario Moya Palencia. Estos dos polos, concitaron enormes adhesiones en su torno.
Gobernaba, el estado, Enrique Cárdenas González.
Afín al presidente, Luis Echeverría Álvarez, se sentía seguro. Presumía de tener derecho de picaporte con el jefe del Estado mexicano.
ECG apostó fuerte, todo su capital, en medio de la fiebre sucesoria.
Ordenó fabricar miles de micro cueras con el nombre de Moya Palencia. Las repartieron por todo el estado.
Nunca un gobernador, después de 1947 –caída del portesgilismo de la gubernatura– se había pronunciado tan pública y militantemente sobre un candidato presidencial.
De la misma forma: jamás, un Ejecutivo estatal, había sufrido derrota política tan grande como contundente.
El 22 de septiembre de 1975, el dirigente obrero, Fidel Velázquez destapó a JLP.
Luto en las filas priistas tamaulipecas.
La consecuencia: JLP, vía Jesús Reyes Heroles, generó tanta ingobernabilidad en la entidad que casi obliga a la renuncia a ECG.
No cayó el gobernador; sí salió de esa embestida, debilitado y de rodillas ante el nuevo presidente de la república.
En el Tamaulipas de hoy, los actores ya se acomodaron en las diferentes trincheras. Los tres pre-candidatos más poderosos –Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López– ya tienen promotores en la región.
La líder en las encuestas es la jefa de gobierno de la CDMX, Sheinbaum. Se puede inferir, de las actitudes de sus más cercanos colaboradores, que el gobernador, Américo Villarreal Anaya juega con esa blindada corcholata.
¿Ha dicho algo AVA, que lo vincule con esa pre-candidata?
No.
No, explícitamente.
Implícitamente, sí.
Américo Villarreal Santiago, llevó de la mano a la CDMX a Marco Batarse (Jr.), para traerse de allá el nombramiento para el segundo, la responsabilidad de los grupos promotores de la dama capitalina en el estado.
Américo III, uno del más prominentes ministros sin cartera de AVA –otro es el líder porril, Fernando Arizpe García–, dio color con esa propuesta. Es de colegirse: la administración ameriquista, decidió poner su resto en la ficha Sheinbaum.
A la sombra de, Adán Augusto, se ha ubicado al candidato al Senado, José Ramón Gómez Leal. Y cómo no: fue uno de los factores que inclinaron la candidatura a su favor. Al momento, los guiños del reynosense, han sido discretos: fotos con el Secretario de Gobernación y reuniones con quienes operan la precampaña del tabasqueño.
Marcelo es el más frágil en Tamaulipas. Tiene simpatizantes muy dispersos por la región. Para el gobierno de AVA, no existe en el escenario de la sucesión.
Monreal, Noroña, y otros, son proyectos soslayados por los tamaulipecos.
¿Es prudente la definición con tanta premura de la administración estatal por un pre-candidato?
No.
No lo ha sido en el pasado; no lo es, en el presente.
Por una razón simplísima: todos los pre-candidatos, requieren de los gobernadores. Sumarse a uno en la víspera, lleva a tender puentes de hielo con los restantes.
¿Ya se olvidó la lección del triunfo de Arnulfo en el SNTE?