Columnas

LA CONTRACCIÓN ECONÓMICA

Aunque al presidente de la república Andrés Manuel López Obrador no le importe, la realidad es que a los sectores productivos sí les importa -y mucho- el dato que confirma la percepción generalizada: la economía mexicana se contrajo un 0.1 por ciento en 2019.

Por más que lo quiera minimizar el señor que reside en Palacio Nacional, los hechos indican que no hay crecimiento económico.

Tal vez la caída no es tan pronunciada -México no vive una crisis-, pero es evidente que el país registra una marcada etapa de estancamiento de su economía. Por ningún lado que se le vea, esa no es una buena noticia. Todo lo contrario.

El sector que más sufre con la parálisis económica es el industrial: cayó 1.7 por ciento el año pasado. Y el 2020 no pinta nada bien para el sector secundario.

Esto va de la mano con otro revelador dato: la caída de la inversión productiva en 5.2 por ciento hasta octubre del año pasado.

Y un dato más que se encuentra a la vista de todos: el gasto público federal se desplomó durante 2019. Al momento, nomás no se ve que circulen los millonarios recursos de la Federación en materia de obras e infraestructura, auténtico motor de cualquier economía.

Esta caída del gasto público va más allá de la política de austeridad decretada por Andrés Manuel López Obrador y tiene que ver más con los cientos de obras federales que, si bien se encuentran en el presupuesto, no han sido aterrizadas ya sea por la lentitud burocrática -que parece caracterizar a la Cuarta Transformación- o por la acostumbrada red de intereses que impone todo nuevo grupo que llega al poder (sea el partido que sea).

Eso se observó, por ejemplo, en el arranque del sexenio de Enrique Peña Nieto: con el entonces regreso del PRI a Los Pinos, fue notorio el cambio de proveedores y contratistas en el primer año de gobierno y, por consecuencia, un retraso en la inversión pública. Eso también ha sucedido en los estados que han experimentado una alternancia.

Si bien es cierto que la economía mexicana nunca creció de manera espectacular durante los 36 años de gobiernos neoliberales (el promedio de esas tres décadas y media es de apenas 2 por ciento de crecimiento del PIB), lo que sí existía -en la mayoría de esas administraciones, no en todas- era un proyecto económico con aparente rumbo.

Esperemos que el gobierno de la 4T defina pronto una ruta viable para que la economía mexicana comience a despuntar en 2020, de lo contrario la contracción económica -virtual recesión- podría convertirse, a la larga, en una crisis que tendría, sin duda, repercusiones políticas en 2021 y, sobre todo, en 2024.

LA TRAYECTORIA DEL JOVEN BRONDO

Ingeniero civil de profesión, con dos maestrías, una en Construcción y otra en Administración Pública, Roberto Moreno Brondo ya tocó las puertas que quedan para perfilarse como el próximo presidente del PRI en Tampico.

De 33 años de edad, su primera experiencia en el servicio público no fue en tierras jaibas, sino en Ciudad Madero, en la gestión de Jaime Turrubiates Solís, en el periodo 2011-2013, cuando el joven, entonces recién egresado de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), se desempeñó como Jefe de Supervisores en el área de Obras Públicas. Así inició su trayectoria.

Después llegó a la administración que presidió Gustavo Torres Salinas en Tampico, donde Roberto Moreno Brondo ocupó, primero, el cargo de enlace con el programa Oportunidades del gobierno federal y, posteriormente, jefe de proyectos en Protección Civil.

En esa misma área, pero en la subdirección de capacitación, el joven trabajó durante el bienio (2016-2018) de Magdalena Peraza Guerra.

A nivel partidista, el joven Brondo fue coordinador de zona en ‘La Borreguera’. También fue secretario técnico de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), secretario técnico del Instituto Político Empresarial (IPE) y llegó a ser secretario de organización del comité local tricolor hace cuatro años.

Con esa experiencia, Roberto Moreno Brondo levantó la mano para buscar la presidencia del PRI de Tampico. Ya se sentó a dialogar con los distintos liderazgos que quedan en el tricolor (Pepe Rábago, Gustavo Torres, Paloma Guillén, Pancho Bolado, Sergio Villarreal, Roberto González Barba, Ana María Herrera).

Con esos respaldos y acuerdos, el joven apunta para inscribirse como candidato de unidad a la dirigencia priista jaiba una vez que la convocatoria se publique y defina tiempos y reglas.

MAYRA OJEDA AL CORRIENTE DE SUS CUOTAS

Una constancia de no adeudo de cuotas de la militancia, fechada el 27 de noviembre de 2019 y firmada por José Manuel García Alvarez, entonces secretario de finanzas del comité estatal del PRI, confirma que Mayra Ojeda Chávez, hasta unos días antes de ocupar la secretaría general del comité estatal tricolor, estaba al corriente en el pago de sus cuotas.

Hace unos días, en una polémica declaración, la regidora priista maderense, Elvia Bayardo, planteó que la secretaria general del partido en el estado debería aclarar si había solventado sus cuotas.

La realidad es que el PRI no exige cuotas a sus militantes, salvo a quienes llegan a un cargo de elección popular (regidores, síndicos, alcaldes, diputados locales o federales, senadores y gobernadores). Sin embargo, ese documento indica que Mayra Ojeda sí pagó cuotas.

Y PARA CERRAR…

Quien dirá adiós al Revolucionario Institucional es Ricardo Garza Narváez, ex candidato a la diputación local por la Zona Norte de Tampico. Todo indica que ya está fastidiado de las decisiones tomadas en el priismo.

¿Será acaso que su hermano, el ex priista Felipe Garza Narváez, actual delegado federal de la Secretaría de Gobernación en Tamaulipas, lo convenció de renunciar al PRI?