¿Has sentido que caes al vacío cuando duermes?, esta es la razón científica
Esta sensación de que nos caemos cuando estamos en la cama es el fenómeno conocido como “sacudida hípnica” y puede ir acompañado de una alucinación visual. Puede que haya oído llamarlo “sobresalto del sueño”, “sacudida hipnagógica” o “sacudida mioclónica”, pero para no complicarnos nos atendremos a la primera.
Entonces, ¿qué es?
La sacudida hípnica se produce cuando los músculos, por lo general de las piernas (aunque puede observarse en todo el cuerpo), se contraen rápidamente de forma involuntaria, casi como un tirón o un espasmo. Aunque no se conocen con exactitud las razones para ello, la perspectiva evolutiva da a entender que cumple al menos dos funciones relacionadas entre sí, la primera de las cuales conserva su importancia en la actualidad.
En primer lugar, este despertar brusco nos permite vigilar por última vez nuestro entorno, nos brinda la oportunidad de asegurarnos de que es realmente seguro dormirnos, creando una respuesta similar a un sobresalto. A fin de cuentas, es posible que nos hayamos quedado dormidos sin querer en un sitio peligroso.
Otra función evolutiva de la que se ha hablado es que nos permitía –o al menos les permitía a nuestros primeros ancestros– comprobar la estabilidad de nuestra posición corporal antes de dormir, en especial si empezábamos a adormecernos en un árbol. La sacudida nos permitía comprobar nuestro “punto de apoyo” antes de entrar en la inconsciencia.
La otra teoría principal es que la sacudida hípnica es un mero síntoma de que nuestro sistema fisiológico activo cede por fin, si bien en ocasiones de manera reacia, al impulso de dormir, pasando de un control motor activo y volitivo a un estado de relajación y, finalmente, de parálisis corporal.
Cuando la sacudida se convierte en un problema
De cualquier modo, aunque en la mayoría de los casos se trata de un fenómeno normal y natural, la sacudida hípnica puede constituir una experiencia desconcertante o aterradora. En casos extremos –ya sea por su frecuencia o por la velocidad y la violencia de la sacudida– puede mantener a la persona despierta, impidiéndole entrar en un proceso normal de inicio del sueño, y provocando a largo plazo una forma de insomnio de conciliación.
Puesto que la sacudida hípnica está relacionada con la actividad motora, es probable que todo aquello que mantenga activo nuestro sistema motor por la noche aumente las posibilidades de experimentarla, y posiblemente también de manera más intensa.
Así, la cafeína (y otros estimulantes) o el ejercicio intenso a última hora del día y los niveles elevados de estrés y ansiedad por la noche van asociados a una mayor probabilidad de que se produzca una sacudida hípnica, y deberían en consecuencia evitarse en la medida de lo posible. Otras razones podrían ser el cansancio excesivo, la privación de sueño o los horarios de sueño erráticos. En este caso, es importante mantener un patrón de sueño/vigilia regular.
Por último, desde la perspectiva nutricional, se ha indicado, si bien de modo anecdótico, que las carencias de magnesio, calcio o hierro pueden también aumentar las probabilidades de experimentar una sacudida hípnica espontánea.
El hecho es que hay muy poca investigación sobre el tema, probablemente porque se considera en gran medida un fenómeno normal, lo que dificulta que se proponga un “tratamiento” definitivo. Sin embargo, sí sabemos que, con la edad, el número de sacudidas hípnicas que experimentamos deberían reducirse de manera natural.
Y si todo lo demás falla, siempre podemos echar la culpa a nuestros antepasados.