Era tulteca la esposa de Don Porfirio
Una escuela en Tula lleva su nombre
Aunque muchos historiadores sostienen que el vals “Carmen” fue compuesto por Juventino Rosas en 1893, lo cierto es que el periódico nacional “La Patria”, publicó en sus páginas del 7 de septiembre de 1888, el programa que habría de verificarse el 14 de septiembre próximo con motivo del natalicio de don Porfirio Díaz, donde como octavo numero ya figuraba el famoso vals compuesto expresamente a la señora Carmen Romero Rubio y Castelló, esposa del general, por el reconocido compositor guanajuatense.
Las nuevas generaciones se preguntarán, que tiene que ver esto con la historia de Tamaulipas, y se les responderá que mucho, pues esta distinguida y abnegada mujer nació en suelo tamaulipeco en plena intervención francesa, convirtiéndose con el paso de los años en la segunda esposa del famoso héroe del 2 de abril y primera dama de México por varios años.
Ascendencia tampiqueña
La mamá de doña Carmelita Romero Rubio y Castelló, nació en el entonces puerto de Santa Anna de Tamaulipas, en septiembre de 1839. El 18 de abril de 1840, en la parroquia El Sagrario, el cura encargado del lugar, de nombre Juan José Calistié, bautizó solemnemente a la niña de ocho meses de edad, a quien puso por nombre María Luisa Agustina Castelló, hija legitima del reconocido comerciante español don José Castelló y de doña María del Carmen Rivas, distinguida dama de la Huasteca.
Su padre, Joseph Joan Baptista Miguel Castelló y Sala, nació en abril de 1795 y fue bautizado el día 11 del mismo mes, en la villa de Areyns de Mar, Girona, España; siendo sus padres don José Castelló Serra y doña María Agustina Teresa Sala March. En 1812, y con tan solo 17 años, decide emigrar a la entonces Nueva España, estableciéndose en la zona aledaña del actual Tampico; donde rápidamente se convirtió en un importante comerciante de la zona. Don Carlos González Salas, segundo cronista de esa ciudad, decía que en mayo de 1827 se levantó un padrón en dicho puerto, en donde aparecían como los principales comerciantes del lugar don Vicente de la Torre, don Carlos Olivera y don José Castelló.
Por esos años, don José entabló una relación con doña Carmen Rivas, con quien llegó al altar el 23 de febrero de 1839, según consta en los archivos parroquiales del puerto.
Marco Antonio Flores Torres, tercer cronista de Tampico, decía que doña María del Carmen Rivas fue hija de don Nicolás Rivas y de doña Juana Silva, acaudalado matrimonio de Pánuco, Veracruz.
De ese matrimonio nacieron: José, Salvador, Francisca, Juan Bautista, Miguel, María del Carmen, Alberto y Agustina Castelló Rivas (madre de doña Carmen Romero Rubio).
Por esa época, don José Castelló rentaba la goleta nacional “Ventura”, capitaneada por un individuo de apellido Pérez, en la cual introducía a la Huasteca frutos procedentes de Campeche. Para inicios de 1840, él, junto a otros españoles radicados en Tampico y San Luis Potosí, recabaron fondos para el Cuartel de Inválidos establecido en Madrid y destinado en socorro de los inutilizados en la guerra civil que vivía ese país.
El periódico mexicano “La Hesperia” apuntó que: “nada más natural y patriótico que semejante donativo por parte de unos españoles alejados de la tierra natal, ya por los intereses del comercio, ya por los acasos de la fortuna, o por mil otras circunstancias, no han podido manifestar con las armas en la mano, el amor que arde en ellos por sus libertades y su inocente reina [Isabel II]”
No se tiene el dato exacto de su fallecimiento, lo que sí se sabe es que esto aconteció en la Ciudad de México. Por lo que respecta a doña María del Carmen Rivas, se sabe que falleció viuda, el 29 de marzo de 1884, en su casa de la calle San Andrés 5 y 6 Altos, de la capital de la república.
Matrimonio de Agustina Castelló y Manuel Romero Rubio
Manuel Romero Rubio fue un ferviente liberal que participó en la revolución de Ayutla y en la guerra de Reforma. Durante esta última, fue designado jefe de las fuerzas de las Huastecas del ejército liberal, y se unió al frente del general Juan J. de la Garza en Tamaulipas, quien lo nombró segundo al mando de su División.
Es durante esa época, cuando debió conocer en Tampico a la que sería su esposa, la señorita Agustina Castelló. El matrimonio procreó a Manuel Timoteo, Carmen, Francisco Javier, Dolores, María Luisa, Sofía y María Romero Rubio.
Ante la victoria del ejército liberal, Benito Juárez estableció su gobierno en la Ciudad de México, y Romero Rubio fue designado para reorganizar la aduana y el gobierno del Distrito Federal; más adelante fungió como presidente del Congreso y diputado en representación del Estado de México.
Carmen Romero Rubio y Castelló nació en Tula
Ante el asedio del ejército francés, Juárez abandonó la Ciudad de México a fines de mayo de 1863, dejando a cargo de la organización de los asuntos militares de la capital al general de la Garza, y de los asuntos civiles a Romero Rubio.
En julio de ese año Manuel Romero Rubio fue encarcelado brevemente y posteriormente huyó desterrado a Tula, Tamaulipas, donde su esposa tenía familiares.
Es en esa ciudad del altiplano tamaulipeco, donde el 20 de enero de 1864 nació la niña Ma. Fabiana Severiana Carmen Romero Rubio y Castelló. Como buen liberal, el 16 de marzo de ese mismo año, don Manuel Romero acudió ante don Constancio Gallardo, entonces juez del Registro Civil de Tula, para dar parte del nacimiento de la infanta. En dicha acta se estipula que padre y madre tenían su residencia en la Ciudad de México, pero por motivos de la guerra se encontraban en provincia.
Sobre esto, Octavio Herrera menciona que el nacimiento de doña Carmelita en Tula, coincidió con los turbulentos momentos que experimentaba el país.
En la actualidad, una placa alusiva indica en una antigua casa de la avenida Juárez de Tula, el lugar exacto de la ex primera dama de México.
Su boda con Porfirio Díaz
Porfirio Díaz conoció a Carmen Romero Rubio en una recepción en la embajada estadounidense. Acordaron que ella le enseñaría a hablar inglés y fue ahí donde comenzaron a conocerse y a tratarse.
La diferencia de 34 años de edad, no fue impedimento para que se realizara la boda civil, la cual se celebró el sábado 5 de noviembre de 1881, a eso de las siete en punto.
El general era viudo de Delfina Ortega y tenía 51 años, mientras que Carmelita sólo contaba con 17 primaveras.
Carolina Infante Pacheco, cronista de Ciudad Madero, dice que los anfitriones recibieron a los invitados con exquisita cortesía, y que la tampiqueña Agustina Castelló, suegra de don Porfirio, lucía un vestido de terciopelo y raso negro con diamantes, mientras que su esposo don Manuel Romero, generalmente jovial, estaba un poco taciturno, tal vez por la solemnidad del acto.
La ceremonia fue presidida por el Sr. Felipe Buenrostro y entre los distinguidos testigos estuvo el entonces presidente de la república, general Manuel González.
La boda religiosa se verificó el 7 de noviembre y fue oficiada por el Arzobispo Antonio Pelagio de Labastida en una capilla privada.
Sobre la suegra de don Porfirio, Alejandro Marín, alumno del ex cronista tampiqueño Marco Flores Torres, comenta que doña Agustina llegó a ejercer cierta influencia sobre su yerno, y que fue pieza clave para afrancesarlo y para traer el desarrollo a su natal Tampico, y que gracias a ello se construyó el muelle, el faro y la aduana.
Carmelita no
olvidó a Tula
El profesor tulteco Juan Arriaga Ruiz, escribió que el 1 de noviembre de 1888, por acuerdo de cabildo, el entonces presidente municipal Anselmo Sustaita Mares, se tomó la decisión solemne de adquirir un reloj a fin de que los habitantes de la ciudad tuvieran presente el tiempo que transcurría.
Debido a lo avanzado del año, no le fue posible a ese ayuntamiento llevar a cabo dicha obra, por lo que, en 1889, siendo presidente municipal don Juan Fernández Sustaita, y contando con la aportación de la población, y mayormente de doña Carmen Romero Rubio, entonces primera dama de la nación, se adquirió el reloj de la torre en $1,500.
El periódico nacional “Siglo Diez y Nueve”, escribió en sus páginas del 16 de marzo de 1888, que doña Carmen Romero contribuyó con $500 a instancia del entonces gobernador de Tamaulipas, Alejandro Prieto, a fin de dotar a su natal Tula de importante adelanto moderno. Los tultecos de esa época agradecieron el gesto y dieron las gracias a doña Carmelita a través de un telegrama que enviaron al gobernador, a quien pedían le hiciera extensivo su agradecimiento en su próxima visita a la capital del país.
El reloj de Tula fue adquirido en Londres, realizando los trabajos de instalación el ingeniero Josset Passot, de nacionalidad francesa, pero residente en San Luis Potosí. Se inauguró el 15 de septiembre de 1889, tomando como referencia la hora que se dio el grito de independencia.