El problema y la solución…
Tan debilitada está la clase política priista de Tamaulipas, que le está dando por impulsar como candidato salvador de sus prerrogativas al prófugo de la justicia norteamericana, Eugenio Hernández Flores. Bajo la amoral premisa de que “tiene dinero para hacer una campaña competitiva”, las cúpulas priistas promueven al ex gobernador como la cabeza de la fórmula que diputaría las senadurías el 2018 en la entidad.
¿Tiene algo de malo que el ex gobernador aspire a un cargo de representación popular?..
En estricto sentido jurídico, tiene sus derechos ciudadanos y partidistas a salvo.
Ni el PRI nacional ni el tamaulipeco, lo han expulsado.
Vamos, ni siquiera han cuestionado su paso por la administración pública.
A diferencia de Tomás Yarrington, que fue expulsado por el CEN priista y es perseguido por la justicia mexicana y por la norteamericana por sus vínculos con diversos personajes antisociales Eugenio sólo tiene cuentas con la justicia norteamericana por un crimen que a sus amigos les parece menor: lavado de dinero.
¿Puede ser candidato Geño?..
Sí. Nada se lo impide.
El grande riesgo que corre su partido, es que a media campaña salgan las alertas norteamericanas contra el victorense y colapsen las campañas de los candidatos priistas tamaulipecos.
¿Vale la pena, ese osado lance político-electoral?..
A juicio de los seguidores del ex gobernador tamaulipeco, son desafíos sin importancia. Para ellos, Geño es el héroe que el priismo demanda en estos momentos de crisis y de desconcierto.
No es esa la única propuesta que arrastran los fanáticos de Hernández Flores. Al mismo tiempo, aspiran a empoderarse de nueva cuenta del CDE del PRI tamaulipeco para administrar las elecciones y las candidaturas del 2018. Fundamentan esos proyectos, en una sola razón: no existen grupos de presión en Tamaulipas que puedan ejercer como contrapesos para esta banda delincuencial que sueña con regresar al poder absoluto en el estado.
Mal asunto, si el grupo encabezado por el ex gobernador regresa en forma triunfal. Será el olvido ominoso de los estropicios que hicieron en el sistema político regional los empresarios que vinieron a la política por plata y no para servir a sus comunidades.
Íntimos de Yarrington, aseguran que él presumía de una fortuna de más de 10 mil millones de pesos. (De aquellos, de los de 10 pesos por dólar).
Hernández Flores –se ha filtrado que los gringos lo despojaron de varias propiedades en San Antonio, Texas por más de 300 millones de dólares- se especula que podría poseer el doble de la fortuna del matamorense.
Ahí, es justamente donde la ética cuestiona las aspiraciones de Eugenio.
¿Perdonarán los tamaulipecos, los excesos de una administración estatal que desapareció los fondos de retiro de más de 3 mil trabajadores de la UAT?..
¿Indultarán los ciudadanos al gobierno geñista que dejó deudas por casi 20 mil millones de pesos?..
La candidatura de Hernández Flores, tentaría a los tamaulipecos para expresar los odios que aún no se aplacan. Sólo los grandes beneficiarios del geñismo, pueden pasar por alto la toxicidad del ex gobernador. Este personaje, podría llevar al PRI tamaulipeco, a un nada honroso tercer lugar en la elección del 2018.
Es un absurdo, querer buscar la solución con un problema…