El lado terapéutico de la escritura prevalece: Alejandro Zambra
Hay a quienes la pandemia les ha dado un respiro para la lectura y la escritura; en otros se ha convertido en una pandemia: el chileno Alejandro Zambra recuerda que, si bien los escritores “somos poquito más claustrofílicos que la mayoría de la gente”, esa realidad tiene otro tinte cuando se vuelve obligatoria.
“Tengo mil reflexiones vacilantes, todo el lenguaje está intervenido y es raro hablar: el virus está redefiniendo cada palabra. De pronto te sientas y escribes la palabra ‘paciencia’ o ‘espera’ y repercute como si tuviera una acepción nueva, que se suma a las anteriores y hace todo más complejo. En un sentido es una experiencia muy literaria, son temas tradicionales en la incertidumbre, la espera, el encierro y, en este caso, la enfermedad.”
Zambra tiene algunos años de vivir en México, si bien en su departamento acondicionó su cuarto de servicio como su espacio personal, al que nombró “Chile”, convertido en un lugar hasta terapéutico, convencido de que vivimos una época en la que mucha gente va a escribir por primera vez.
“El lado terapéutico de la escritura, que siempre defiendo, va a prevalecer. Si me preguntas si estoy escribiendo, por supuesto que lo estoy haciendo, porque si no escribo no entiendo nada: al escribir entiendo un poco más, aunque sigo sin entender mucho. Si no escribo no entiendo ni lo que pienso”, cuenta Alejandro Zambra en entrevista, a propósito del lanzamiento de su libro, Poeta Chileno (Anagrama, 2020).
Antes de reflexionar en torno al volumen, el escritor chileno hace un balance de la manera en que ha enfrentado la contingencia sanitaria desde la parte creativa, ha escrito mucho en cuarentena y, sin embargo, entiende lo que podría definirse como un llamado tácito a no escribir, “a dedicarme a mirar”.
“El problema es que se ha vuelto difícil mirar, nos hemos vuelto especialistas en ventanas y ventanillas o balcones. Y la sensación es muy amarga”.
Poeta chileno refleja varios temas: es el laberinto masculino actual, los vaivenes del amor, las familias fugaces, la desconfianza en instituciones y autoridades, el deseo de pertenecer a una comunidad en parte imaginaria, el sentido de escribir y de leer en un mundo hostil que parece desmoronarse a toda velocidad.
“Me interesa la literatura cuando es autocrítica y crítica, pero también es una novela bien cariñosa con Chile. Estoy muy cerca del libro, pero la siento como una mirada desde adentro, no me pongo desde afuera, por más que la distancia cumplió algún rol en el hecho de escribir la novela, me siento más bien parte de ese mundo. Ese el horizonte inicial, por así decirlo”.
En la aproximación de Alejandro Zambra a la sociedad chilena, en particular a su mundo literario, hay también una crítica del tiempo que vivimos y de la desconfianza existente, aún en la actualidad, hacia las autoridades.