Columnas

EL FRACASO DE LA ‘CIENCIA POPULISTA’

En uno de los ya tradicionales dislates discursivos de los funcionarios de la Cuarta Transformación, María Elena Alvarez Buylla, directora del Conacyt, habló, en un intento por descalificar a los gobiernos del pasado, de la ‘ciencia neoliberal’.

Por supuesto, esta absurda categoría, basada en una supuesta ideología de izquierda, fue utilizada para ‘endulzar’ los oídos del señor de Palacio Nacional, encantado con las loas de los payasos de la corte que lo rodea y enfrascado un día tras otro en una desgastante batalla política contra ‘conservadores’, ‘tecnócratas’ y ‘neoliberales’.

Ese es el estilo que priva en el gobierno que prometió hacer historia al nivel de la Independencia, de la Reforma y de la (dizque) Revolución: hablar y actuar de acuerdo al tono del personaje que aparece en ‘Las Mañaneras’, sin importar la falsificación de datos, el abierto cinismo y la descarada invención de fantasías (la fórmula de la felicidad).

Con ese desparpajo del absurdo, el gobierno populista de Andrés Manuel López Obrador nunca tomó en serio la pandemia del coronavirus.

Al principio, consideró que el virus era parte de la ‘teoría de la conspiración’ de quienes, desde las sombras, ‘mueven los hilos’ de la globalización (las trasnacionales) . Después, minimizó el problema y, lamentablemente, tardó en tomar decisiones. Luego, con el Covid-19 encima y en expansión, falló de manera estrepitosa en los cálculos de los ‘picos de los contagios’ y, peor, en el establecimiento de fechas de reapertura de actividades escolares y económicas.

Esta falla en el pronóstico en la reapertura de las actividades, de la llegada a la ‘nueva normalidad’, tuvo un origen político: el simple deseo del presidente de la república por reactivar la economía en base a su mera intuición.

Para que las fechas del reinicio de la actividad social y económica se cumplieran en base a los ‘deseos’ del señor de Palacio Nacional entraron al quite los ‘científicos’, los ‘expertos’ del Conacyt, quienes, según ellos, de acuerdo a ‘modelos matemáticos’ ‘el pico de la pandemia’ sería, primero, a principios de mayo y, luego, a mediados de este mes.

A partir de ese ‘pronóstico’ establecido por ‘modelos matemáticos’ (manejados por la ‘ciencia populista’ del lopezobradorismo) se fijó que el regreso a las actividades económicas sería el primero de junio. Sin embargo, la realidad de la pandemia destrozó no sólo los ‘cálculos’ de los ‘científicos’ de la 4T, sino también hicieron trizas los ‘deseos’ de Andrés Manuel López Obrador.

Desesperado ante la brutal caída de la economía mexicana, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) podría desplomarse hasta en un 10 por ciento o un 12 por ciento en este año, el presidente de la república trató de ‘adelantar’ los tiempos de la vuelta a la ‘normalidad’.

Esto no quiere decir que la Secretaría de Salud del gobierno federal no tuviera conocimiento preciso de la evolución de la pandemia en el país. Todo lo contrario. Ahí, en esa área, sabían perfectamente las fases que tendría el virus en México.

Una muestra lo comprueba: en una entrevista que Hugo López-Gatell concedió a Joaquín López Dóriga en el noticiario vespertino de TeleFórmula durante la tercera semana de marzo, el subsecretario de Salud pronosticó que ‘el pico de la pandemia’ se registraría en junio, con un incremento considerable en mayo y que la disminución de casos y contagios se daría hasta inicios de julio.

Incluso, el vocero subrayó que la pandemia sería de larga duración y comentó, ante las insistentes y oportunas preguntas del experimentado periodista (odiado por el señor de Palacio Nacional), que la ‘oleada’ concluiría hasta septiembre u octubre.

Esto confirma que Hugo López-Gatell sabía, con los datos manejados por la Secretaría de Salud y por las tendencias observadas en otras regiones del planeta, cuáles serían los tiempos reales de la pandemia del coronavirus en el país, pero… tuvo que cambiar el pronóstico para ajustarlo a los ‘deseos’ de Andrés Manuel López Obrador.

Es decir, el subsecretario de salud, al fin subordinado del señor de Palacio Nacional, tuvo que dejar de lado la ciencia (así, sin adjetivos) y abrir paso a los ‘modelos matemáticos’ de los presuntos especialistas del Conacyt, modelos diseñados en realidad al gusto (populista) del singular personaje de Macuspana.

A pesar de que, por simple observación (uno de los recursos de la metodología de la investigación) de los hechos, era evidente que la pandemia del Covid-19 se iba a prolongar, el presidente de la república, como en tantos otros casos, se negó a ver la realidad.

Esa realidad, sombría como lo son las enfermedades inesperadas, ahora lo rebasa y, de paso, aplasta los ‘modelos’ de la ‘ciencia populista’.

El virus no será domado con ‘rollos’ de dos horas en ‘Las Mañaneras’, ni con videos domingueros carentes de sentido. La curva de contagios tampoco será ‘aplanada’ con discursos ni con datos maquillados.

La epidemia del coronavirus debe ser confrontada con estadísticas reales, haciendo caso a los verdaderos especialistas, asumiendo la verdad de los hechos y actuando con responsabilidad y liderazgo ante un virus que puso en ‘shock’ al mundo entero.