El deslinde con el prófugo de Almoloya…
¿Fue estratégico y prudente el deslinde del candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Baltazar Hinojosa Ochoa de los ex gobernadores Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores?..
Sí.
Sí lo fue.
El ex gobernador Hernández Flores, se convirtió en uno de los blancos más notables para desmantelar una red delincuencial en el ámbito público que el gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa intentó ejecutar en la comarca tamaulipeca.
El victorense, estuvo bajo la lupa de la Procuraduría General de la República (PGR) por peculado, asociación delictuosa “siendo funcionario público”
Tan en la mira, estuvo que la PGR obsequió una orden de aprehensión por aquellos delitos contra –así lo dice el oficio- Eugenio Javier Hernández Flores.
El mandato fue signado por el licenciado Arturo Germán Rangel, sub procurador de Investigación Especializada en Delitos Federales.
El fiscal, ordena al titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) echar el guante al ex gobernador tamaulipeco, bajo un sorprendente mandato:
“Deberá quedar detenido en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 en la Villa de Almoloya de Juárez, en el estado de México, a disposición del Juzgado Primero Penal Federal, en la inteligencia de que dicha persona puede ser localizada en Avenida de los Ríos y Cárdenas Número 142 en el Fraccionamiento Residencial Costero Premier, de la Ciudad de Villahermosa Tabasco”.
El oficio es el número, 319-365/2011.
El expediente: AP/PGR/TAMPS/TAM-12/158/2011.
¿Qué hizo Geño para evadir las frías celdas de Almoloya?..
Se infiere: dejar de operar como factor politico tamaulipeco y dejar el camino libre al PAN.
(No sobra precisar: con la ausencia de un Presidente de la república priista, tanto Geño como Tomás se convirtieron en caciques regionales y desmantelar su poder resultó un grande esfuerzo para el panismo nacional. Sus influencias, se erraizaron tanto en la estructura económica, política y social de la entidad, que sólo un amago presidencial pudo inhibir el poder de ambos exgobernadores.)
Fuentes de inteligencia nacionales, consignan que el pacto con el casi presidiario Hernández Flores, fue el abandono de sus redes de autoridad en la entidad para facilitar el posicionamiento del panismo.
Así fue.
Ganó el azul en Tamaulipas, aunque no ganó la Presidencia con Josefina Vázquez.
Desde entonces Geño se mueve como un fantasma. Es amigo del presidente Enrique Peña Nieto, pero no puede sacarse la foto con él. Es amigo cercano a Manlio Fabio Beltrones, pero no puede estar a más de tres metros cerca de él. Es amigo, de varios candidatos a alcaldes en su estado, pero no puede ni saludarlos.
La PGR, dijo que Geño es un infractor de la ley.
Y así se entiende, ante la evidencia.
La ruptura –por el momento retórica- de Baltazar Hinojosa Ochoa, no sólo es el distanciamiento con los factores de poder tamaulipecos más cuestionados; es también, el guiño a más del 30 por ciento de indeciso electorado que le falta un empujoncito para abrir su corazón y cruzar la boleta electoral.
Desprenderse de un compañero de viaje cuestionable, siempre es saludable. Geño es un elemento que hoy, suma disensos. El oficio de la PGR, documenta la validez de la táctica de Hinojosa Ochoa. Arrojar lastre en una campaña electoral competida, es una tarea que suma, que atrae.
(La maniobra del candidato priista, se percibe mucho más poderosa, porque arrinconó a su más cercano contendiente. El panista, no ha pidido ni ha querido, deslindarse de sus perniciosos aliados de la Franja del Miedo).
Falta pasar, del discurso a los hechos.
La templanza –eufemismo para no utilizar cinismo, desfachatez- de algunos actores vinculados con Geño, principalmente su hermana Susana Hernández Flores, es gigantesca.
Como exclamó el grandioso Creonte después de ver tanto estropicio en el alma y la sociedad humanas:
“Aún estoy vivo y me asombro…”