Columnas

El carretón y las calabazas…

José Ángel Solorio Martínez

La toxicidad de la ex Presidenta del CEN de MORENA, Yeidckol Polewsky impactó fuerte en dos precandidatos a la gubernatura de Tamaulipas. Ambos, mandaron a sus cuadros en Tamaulipas a jugar con la recién destituida lideresa. Y fallaron. Uno, el reynosense y alto funcionario de la Secretaría de Educación Pública, Héctor Garza González; el otro, el senador Américo Villarreal Anaya.
Cierto: no se les acaba el corrido.
Siguen vivos en la carrera por el Ejecutivo estatal tamaulipeco.
No los aniquila el golpazo; sí los erosiona.
Garza González, envió a su gente posicionada en el Consejo Estatal morenista de la región a sumarse al proyecto de Yeidckol. Y Villarreal Anaya, asumió todo el peso de su apuesta al ir de la mano con la ex dama de hierro. Esta dupla, pensó que sería pan comido la reelección de la mexiquense.
Y no.
De Ameriquito, era de esperarse. Es un político que brincó de la vida de profesional de la medicina –ni siquiera regidor había sido– sin haber pasado por las lecciones más elementales de la política de la comarca, a la gran carpa. De quien no se esperaba que desbarrara con tanto estrépito es Garza González, que de regidor con el alcalde panista Francisco García Cabeza de Vaca, a diputado local con el PRD, pasó a ser pieza del segundo círculo de AMLO.
(Su jefe de prensa, que confiesa estar hasta la coronilla de la soberbia de Héctor, comenta que desde hace meses, el reynosense busca una audiencia con el Presidente López Obrador. Y si bien no se la han negado, le han dado largas. Es fecha, que no se le cumple su deseo).
Ameriquito y Héctor, optaron como primer paso llevar a Yeidckol a la Presidencia del CEN, para de ahí tomar por asalto la estructura partidista de MORENA en Tamaulipas.
La pensaron sencillita: primero Polewsky y luego el CDE y los CM morenistas.
Como se ve: no resultó la estratagema.
Uno y otro, entraron en la desesperación. Ameriquito, se destapó hace unas horas como crítico del gobernador Cabeza de Vaca –cuando se sabe que recibe, o recibió favores de todo tipo del gobierno estatal– y Garza González arreció su precampaña utilizando la estructura institucional de la SEP.
En política, se dice, sólo hay un error.
Lo demás: es consecuencia.
El tropiezo estratégico de Ameriquito y Héctor, se sigue agrandando. Villarreal Guerra, no sabe elegir a sus adversarios: un gobernador es un factor con capacidad de respuesta que por el momento el doctor no tiene sustancia para replicar. Y el reynosense, le rasca la panza al tigre: ya se elabora de parte de sus malquerientes, una denuncia ante el INE por utilizar recursos –materiales y humanos– públicos para promocionarse en una coyuntura a todas luces electoral.
Efectivamente: él como funcionario, tiene el derecho de hacer lo que guste con su tiempo libre –sábados, domingos y días festivos–, lo inadmisible, censurable y claramente ilegal, es el usar a los profesores y la logística de la SEP para sacar raja política.
No se sabe, por el momento, quién de los dos está agrandando su pifia. Si Ameriquito, que quiere retar al grandulón de la clase, o Garza González que pretende operar con mayor inteligencia de la que tiene, al retar a sus detractores –que dejó miles desde su militancia en el PRI– tamaulipecos y a las autoridades electorales.
Estas coyunturas, son las que evidencian las verdaderas estaturas de nuestra clase política.
Tanto Garza González como Villarreal Anaya, cada día exhiben quiénes son y qué –a juicio de sus talentos– pueden ser en el futuro.
Como decía el ingeniero Américo Villarreal Guerra, –lo escuché, nadie me lo platicó– cuando llegó de candidato a la gubernatura:
–Caminando el carretón, se acomodan las calabazas…