El agónico, pero vivo, pútrido régimen…
El viejo régimen político tamaulipeco, agoniza pero no está muerto. Las complicidades, las negociaciones, las concertacesiones y los pactos por debajo de la mesa de las principales fuerzas políticas regionales, resultaron ser transexenales y transalternancia.
Los añejos actores tamaulipecos, ahí están. Acaso se ven asustados por la embestida de las instituciones de Justicia internacionales, pero no dejan de operar, de dar aliento al pútrido sistema que los alimenta.
Sujetos de evidente amoralidades administrativa y política como el cuñado de Eugenio Hernández Flores, Aureliano Salinas –delegado de la PROFEPA en el estado-; su hermana Susana Hernández Flores quien funge como diputada local tamaulipeca al tiempo de ser esposa de Aureliano; la anodina diputada federal Esther Camargo de Luebbert –que dentro de muchas lindezas en la Cámara de diputados aprobó la puñalada a los mexicanos: el gasolinazo-; Paloma Guillén Vicente ex Secretaria General de Gobierno con Tomás Yarrington y Procuradora de Justicia con Eugenio Hernández Flores quien operó el pinochetazo contra el entonces rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Jesús Lavín Santos del Prado y conoció a fondo el teje-maneje del crimen organizado en la entidad con una permisividad cómplice, siguen interactuando para degradar más y más, las instituciones de gobierno en la entidad.
La mayoría de los diputados federales y locales priistas en la comarca, son parte de ese pasado que los condena a ellos como gobierno y condena a todos los tamaulipecos a llevar las cruces de la corrupción, la deshonestidad, la ambición pecaminosa y le vergüenza de haber soportado tan perniciosas lacras.
La mayoría de los delegados federales, responden a los intereses o de Eugenio Hernández Flores o de Egidio Torre Cantú.
Y ni el Presidente Peña Nieto, ni el gobernador de los Vientos de Cambio, han opinado sobre esa urdimbre de pus que sigue saqueando el erario federal y los bolsillos de los tamaulipecos.
Y lo peor: ni en sueños, han pensado en actuar contra ellos.
¿Por qué el gobierno estatal no ha señalado –pruebas las hay- a diputados locales priistas como Alejandro Etienne Llano por el saqueo que hizo de las arcas de Ciudad Victoria en su periodo de alcalde?..
¿Quién protege a la diputada Mónica González que se apropió –desde el gobierno de Egidio- rapazmente de decenas de terrenos en Tula, Tamaulipas?..
(Entre ellos, una casona de mosaicos azules remodelada con dinero público, ubicada en contra esquina de la plaza principal).
La transición no ha dado respuesta a una exigencia ciudadano de las más sentidas: el combate a la corrupción. Ni un solo funcionario que sirvió a Egidio, ha sido siquiera señalado como responsable de los incontables estropicios hechos al patrimonio de los tamaulipecos.
Ni uno solo.
Eso sí: decenas de declaraciones fueron echadas a rodar por los servidores públicos de los Vientos de Cambio, en el sentido de que había muchos aviadores, y decenas de malos manejos en las diversas áreas burocráticas.
Desde el Secretario de Educación, hasta la renunciada Secretaria de Salud, Lydia Madero llevaron al paredón a centenares de trabajadores porque cobraban sin trabajar, según dijeron.
A los pocos días, ambos olvidaron su sed de venganza.
Y hasta hoy, nadie ha sido pasado a las instancias de sus respectivas contralorías.
La alternancia, seguirá siendo trunca y falaz, si no opera el reemplazo de las instituciones podridas.
La alternancia, seguirá siendo un sueño ciudadano, si se permite la sobrevivencia de los tóxicos residuos del abominable régimen prohijado por la narcopolítica y la podredumbre de la moral pública.
Es la oportunidad de los Vientos de Cambio.
Antes de que el voto del 2018, golpee el rostro del oxidado régimen político que han delineado el PRI y el PAN tamaulipecos…