Columnas

Egidio, su familia y sus íntimas…

Vulnerados los grupos políticos tamaulipecos, capitaneados por Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores se levanta como corriente hegemónica en el PRI regional –al menos hasta el momento- la capitaneada por el ex gobernador Egidio Torre Cantú.

Aprovechando el control del CDE tricolor con Zulema Flores Peña –toda acción de ella, es consultada con el ex Ejecutivo estatal con quien sigue manteniendo unido su hilo umbilical-, se construyó la ominosa propuesta para hacer consejeros a Torre Cantú, a parte de su familia y varias de sus compañeras más íntimas.
Puestos a la defensiva Yarrington y Geño, Egidio pretende posicionarse como el actor más influyente en la política tamaulipeca priista. Y hasta ahora, parece estarlo logrando ante la ausencia de corrientes de opinión consistentes al interior de la estructura orgánica del PRI estatal que se le enfrenten.

Las voces de la militancia que se hicieron presentes en los escarceos de cuadros como Heriberto Ruiz Tijerina, Juan Alonso Camarillo, Mauricio Cerda Galán y Eliseo Castillo Tejeda entre otros no hicieron mella en la red de poder tricolor. Los priístas de a pié, no engarzaron las propuestas que les eran ajenas y distantes, por venir de personajes delineados por el tradicional autoritarismo del tricolor.

El discurso de esa ola que aspiró a erigirse como renovadora de las estructuras tricolores, se debilitó mucha más temprano de lo que esperaban sus promotores. Tuvieron sus 15 minutos de fama y ya. Fueron entrevistados por algunos medios, sin efectos trascendentes en la opinión pública.

En el escenario tamaulipeco, parecen haber quedado vivos luego del azote de la alternancia y del tsunami de mierda que desbordó a la añeja clase política los representantes del relevo generacional: Yahleel Abdalá, Edgar Melhem Salinas, Alejandro Guevara Cobos, Monserrat Arcos y otros liderazgos menores en las microrregiones de Tamaulipas.
(La tampiqueña Paloma Guillén Vicente, es otro elemento que parece haber sobrevivido. Y aunque insiste en retar los efectos del tiempo, hay que visualizarla dentro de aquellos grupos políticos asociados con el pasado más oscuro de la política regional).
La preeminencia –o no- de Egidio en la vida política priista de la comarca, no está solamente en que esos jóvenes operen como contrapeso. Se requiere del auxilio de las instituciones nacionales. El egidismo se enraizó tanto en la vida política y económica del estado que únicamente con el auxilio de la PGR y del CEN del PRI, podrán desmantelarse esas redes de complicidad –cuasi delincuenciales- que el ex gobernador heredó al sistema político estatal.
Cuadros como el Aguacate Morris, Alejandro Etienne Llano, y otros diputados, siguen vigentes levantando la bandera de uno de los verdugos del PRI más crueles en la historia de ese partido en la entidad. Igual, algunos Magistrados que responden a los mandatos del ex gobernador.
En buena parte, el nombramiento de los delegados en las dependencias federales que actúan en Tamaulipas, ha sido obstruido por Egidio y su aliados. Si logra pasar el grupo de consejeros nacionales propuestos por Flores Peña ante el CEN, el priismo local seguirá en esa parálisis que lo está aniquilando.
Ahí es donde, deben apretar las voces de Heriberto, de Eliseo, de Mauricio y Juan Alonso: denunciar el arribo a la más alta tribuna de su partido, de un grupo que amenaza con masacrar lo que queda del PRI regional. Finalmente, aún y cuando sus opiniones parezcan desfasadas, la lucha por erradicar células delincuenciales de su organización política, es una demanda justa y necesaria que los reposicionaría al interior de su partido.
Egidio, su familia y Zulema Flores Peña, deben irse a casa.
Aún y cuando muchos deseen, que se les debe de dar por casa la prisión…