Columnas

La ruta jurídica y el camino político, para Tamaulipas

José Ángel Solorio Martínez

Desde la campaña electoral por la gubernatura de Tamaulipas, en el equipo del candidato de MORENA, Américo Villarreal Anaya, se apropiaron de la agenda política-electoral, los consortes, Atanasia Contreras y Jorge Luis Beas. Abusando de la inexperiencia y la impericia en la cosa pública, del cardiólogo, ambos, resolvían todo asunto en toda área que brotaba al paso de la contienda.
Bajo esas circunstancias, la lógica jurídica -más que la política- se fue consolidando como la herramienta esencial para responder a los desafíos de la disputa por el gobierno. Esa expresión de supremacía del binomio Tacha-Beas, achicaron la emergencia de una entidad política maciza, para enfrentar los retos de la batalla por la administración estatal y posteriormente combatir con eficiencia los rescoldos transexenales sembrados por el ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Hasta hoy, sigue siendo la ruta jurídica la estrategia sobresaliente de Tacha y Cía., que se ha impuesto en la IV T.
Voluntaria o involuntariamente, la parejita leguleya, ha inhibido la dependencia que, por ley, debiera ser responsable de la gobernabilidad de la entidad.
Atanasia, ha tomado el Congreso del estado, para proponer iniciativas intentando debilitar la aún presente red de poder de Cabeza de Vaca. No ha podido dar una; cuando las propuestas más o menos se apegan a marco Constitucional, no logran la mayoría; y cuando logran convencer a una mayoría funcional, los documentos a discusión vulneran los principios de la Carta Magna.
Ya se vio en el caso de Blanca Valles.
Primero, Tacha y consorte, intentaron vía Congreso, desplazar a Valles de la contienda sindical interna; a tiempo, reaccionaron realizando un control de daños, emitiendo un decreto mediante todo sindicalista tiene derecho a votar y ser votado en el sindicato de burócratas de Tamaulipas.
Ahora, los Tachos, han sido exhibidos nuevamente.
Cuando habían cacareado el notable éxito del Congreso -y suyo- de haber desaparecido el grupo protector del ex gobernador CdeV, se les vino el mundo encima: con relativa facilidad, la red de abogados -y jueces- defensores del reynosense, con la simple promoción de un amparo, frenaron la ofensiva de la dupla Tacha-Beas.
Es decir: el par de abogados, ya agotó el camino de la legalidad para confrontar a un costal de mañas que son CdeV y sus -esos sí de verdad- jurisconsultos.
Villarreal Anaya y Villarreal Santiago, siguen boquiabiertos.
¿Qué hacer cuando en una confrontación, se han cancelado los senderos de la Ley?
No hay otra solución: la rúa de la política.
Es decir: los Tachos, deberían hacerse a un lado y dejar el paso a la Secretaría General de Gobierno.
¿O lo que realmente desean esos fracasados abogados, es descalabrar aún más a los Américos?
Pregunté a un avezado licenciado, que ocupó parte de su vida en resolver problemas de seguridad pública, qué haría en el caso de los escoltas del ex gobernador, Cabeza de Vaca.
Dijo:
-Sencillo: citas a todos los guardias del ex gobernador, les aplicas un examen de confianza. Esto significa, que tendrán que demostrar sus recursos -tarjetas de crédito, débito, etc.-, su estado de salud -toxicológico- y pasar la prueba del polígrafo. Muy pocos pasan esas evaluaciones. Los que logren aprobar, tendrían la obligación de pasar un informe de trabajo a sus jefes inmediatos.
Otra -comentó-:
-El presupuesto es una potestad de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Esas atenciones pueden ser aprobadas por el Congreso, a niveles de austeridad republicana: nada de compensaciones; nada de pago de celulares; nada de vehículos blindados ni de lujo. Esta estrategia, la puede coordinar el Secretario de Seguridad Pública; es decir: la Secretaría General de Gobierno, bajaría por esos conductos las formas y tácticas para recuperar esos efectivos de la SSP y sumarlos a tareas de seguridad pública.
Ya son muchos tropiezos de los Tachos. Lo único que han aportado a la IV T, es ineficacia e ineficiencia; y, sobre todo: bochornos y vergüenzas para unos Américos, que no saben gobernar y están negados tozudamente a aprender.