Columnas

Irresponsabilidad oficial, en el accidente en Río Bravo

La Comuna Express

José Ángel Solorio Martínez

Hace unas horas, ocurrió un lamentable accidente en Río Bravo, Tamaulipas. Más de una decena de personas de la tercera edad, que hacían fila para recibir sus apoyos de la Secretaría de Bienestar del Gobierno federal, fueron arrollados por un irresponsable cafre.
Algunos están graves.
Aún y cuando en la ciudad –gobernada por la IV T– existen innumerables lugares para desarrollar la entrega de esos estímulos, los altos funcionarios de esa dependencia, decidieron hacerlo casi en la vía pública y sin las condiciones apropiadas para los beneficiarios.
Para muchos, en la ciudad, el responsable de ese fatal hecho, es el Súper Delegado de AMLO en Tamaulipas, Luis Lauro Reyes.
Ese sujeto, quien al momento de la desgracia se paseaba por la CDMX, en plena campaña para ser candidato al Senado, mantiene en el olvido sus tareas en la entidad.
¿Acaso es muy difícil enviar un oficio para solicitar las decenas de gimnasios que operan en el pueblo, para dar cumplimiento con los soportes para adultos mayores?
¿Por qué, dejar en situación vulnerable a muchos ancianos que debieran ser tratados en forma preferencial por su situación?
Sólo hay una explicación: o es una persona a la cual le quedó grande el cargo, o es un individuo insensible y poco empático.
Y esas dos peculiaridades, –al parecer, las tiene en grandes proporciones– lo convierten en un apersona no grata para representar al lopezobradorismo en el Senado.
¿Quién responderá por los perjuicios de los afectados?
Nadie sabe.
Él, anda paseando por la ciudad de los Palacios cabildeando su candidatura.
Los responsables de la Secretaría de Bienestar en Río Bravo, también deben ser investigados. La actitud casi criminal de exponerlos –a las inclemencias del tiempo– y otras eventualidades –como la ocurrida–, es motivo para el cese; y más: para llevarlos ante el Fiscal, para aclarar si incurrieron en conductas que ameriten sanción penal.
Mal empieza la precampaña de Luis Lauro.
No es mala suerte; es más: es un sujeto afortunado.
Llegó a delegado, sin más prendas que lo expedito para hacer mandados y llevar recados en su natal Güemez.
Y ahora, por los mismos motivos, está en primer lugar de la lista de precandidatos.
Dios salve a la IV T, –y a los abuelitos– de estos personajes deleznables.