Columnas

El candidato faclke

Alejandro Rojas Díaz Durán, quien se autonombra candidato a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA, sigue en su carrera desaforada, sembrada de mitos y de mitomanías.
Se dice, precandidato a la gubernatura de Tamaulipas. (Sin credencial de elector de Tamaulipas, y menos con el requisito de tener residencia al menos por cinco años en la entidad)
Injuria a sus compañeros de partido, generando un inexistente escenario de crispación interna. (Son más que evidentes, los insultos que ha lanzado contra el dirigente nacional, Alfonso Ramírez Cuéllar, la Presidenta del Consejo Nacional, Bertha Luján y con más rabia contra Yeidckol Polewsky).
Violenta la normatividad interna de MORENA al incorporar inequidad a la contienda: ya ha rebasado cualquier tope de campaña en su delirante campaña por descarrilar el proyecto de los morenistas históricos y sobre todo, desbarrancar un programa de Izquierda en esa organización lopezobradorista.
El más reciente, cuento que lo pinta de cuerpo entero, es la acusación contra el académico e intelectual de Izquierda, John Ackerman. Lo acusó, nomás de oídas, de “doctor fake”. Es decir: que no tenía el grado académico que ostenta. Y lo más grave: lo acusó sin pruebas –al parecer ese ha es su estilo– de ser agente de la CIA.
¿Habrá alguien mas pernicioso y dañino para MORENA que el provocador y divisionista Alejandro Rojas?
Ni siquiera los Chuchos fueron tan degradantes como este podrido cuadro del neoliberalismo enquistado en las filas de la izquierda lúcida mexicana.
¿Esa conducta, evidentemente repugnante de Díaz Durán es causal de sanción interna?
Evidentemente.
El caso Ackerman, es la gota que derramó la bacinica de “candidato fake”.
¿Es necesaria la sanción?
No necesariamente.
Él, por sí mismo se ha castigado: día a día, se incrementan las franjas de repudio en las filas de MORENA en el país.
Ya lo dio el profeta, Lenin: “El partido se fortalece depurándose.”