La OMS declara la alerta internacional ante la imparable expansión del coronavirus de Wuhan
El comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido este jueves por la noche en Ginebra declarar la emergencia internacional por el brote del coronavirus de Wuhan. Así lo ha anunciado el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que ha justificado la decisión por la necesidad de una “acción global” que permita contener el imparable avance del virus.
La OMS, como en los últimos días, ha tenido un trato exquisito con China, de la que ha alabado “la reacción que ha tenido ante un brote epidémico sin precedentes”. “De ninguna manera debe entenderse la declaración de emergencia como un voto de desconfianza hacia China”, ha insistido el director general, que ha puesto más el foco en la necesidad, ante la difusión del virus, de proteger a aquellos países que “ante la posible llegada del virus no cuentan con los medios para su control”. La OMS, sin embargo, considera que, por ahora, “no es necesario imponer nuevas restricciones en viajes o comercio”.
La decisión llega a los 30 días de la primera alerta por la nueva enfermedad lanzada por China el pasado 31 de diciembre y después de que el número de afectados por el patógeno se haya multiplicado en la última semana hasta más de 9.500 casos confirmados y alcanzar los 213 muertos. De ellos, más de 80 enfermos han sido diagnosticados en 19 países fuera de China. Finlandia, India, Italia y Filipinas han sido los últimos en sumarse a la lista. No se ha producido ningún fallecimiento fuera del país asiático.
Es la sexta vez que la OMS adopta esta medida tras hacerlo por la gripe A en todo el mundo (en 2009), la polio en Oriente Próximo, el ébola en África Occidental (2014), el zika en América (2016) y el pasado mes de julio contra el ébola en la República Democrática del Congo. Contra el SARS, en 2002, la OMS no tomó una decisión similar porque los mecanismos para hacerlo aún no estaban bien definidos. La última versión del Reglamento Sanitario Internacional fue aprobada en 2005 y es en gran medida heredera de esa crisis en lo que a las declaraciones de emergencia se refiere.
El comité de emergencia decidió el pasado viernes, tras dos días de reuniones y con sus 16 miembros divididos, no declarar la emergencia al considerar que el brote por el coronavirus 2019-nCoV era entonces algo “importante” pero no una urgencia mundial, aseguró Didier Houssin, presidente del comité.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. El virus ha seguido creciendo imparable, no solo en la cantidad de personas y países afectados, sino que también se han registrado los primeros contagios fuera de China —en Alemania, Japón, Vietnam, Taiwán y Estados Unidos—, lo que ha roto uno de los principales argumentos utilizados por el comité.
Según el Reglamento Sanitario Internacional, la declaración de la emergencia debe hacerse cuando un evento “constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad” y este “podría exigir una respuesta internacional coordinada”.
Para valorar si el evento es de suficiente gravedad se tienen en cuenta factores como su “gravedad en la salud pública”, el “carácter inusitado o imprevisto”, las “posibilidades de propagación internacional” y el “riesgo de restricciones a los viajes o al comercio”, entre otros.
La declaración de la emergencia supone, según lo establecido en el mismo reglamento —de obligado cumplimiento para los países que lo han suscrito, que son la práctica totalidad de los miembros de la ONU—, la coordinación entre los países bajo el marco de la OMS en la elaboración y aplicación de medidas preventivas y planes de contingencia, algo que extiende sus efectos a cuestiones de enorme repercusión económica, política y social, como son el cierre y controles en fronteras, las restricciones en el movimiento de personas y mercancías y la adopción de todo tipo de medidas de prevención, entre otras.
La decisión del comité de emergencia de no declarar la semana pasada la alerta había provocado una creciente incertidumbre en todo el mundo. “Al no decidir nada, el comité creó un vacío de autoridad internacional, que es el papel que debe tener la OMS. Esto ha propiciado que Gobiernos y empresas empezaran a tomar decisiones por su cuenta y sin coordinación”, afirma Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS y actual profesor asociado en la Escuela Andaluza de Salud Pública.