LA FARSA DE ALVARO GARZA
Hace mucho, mucho tiempo acabaron los años de gloria del ex alcalde de la ciudad de las jaibas, el reynosense Alvaro Garza Cantú.
Eso lo saben casi todos, menos él, rodeado de los mismos asesores de siempre, de sus ‘compadres’ que le susurran al oído sus interpretaciones baratas y anticuadas, los que envejecieron tomando café en el restaurante del Hotel Posada de Tampico.
Su época de gloria del nativo de Reynosa (él no es tampiqueño) culminó el día que dejó la presidencia municipal porteña, en 1992.
A partir de entonces, los fracasos se acumularon una tras otro, algunos más estrepitosos, pero todas caídas que evidenciaron sus múltiples flancos débiles.
Una y otra vez, el ex presidente municipal de Tampico intentó recuperar el poder que tuvo, pero nunca lo logró. Y ya no lo logrará. Su tiempo se agotó.
El mayor de sus fracasos se registró hace ya 23 años, cuando intentó regresar a la alcaldía. Era 1995 y fue arrollado en las urnas por la ola de la transición democrática que ya se gestaba a lo largo y ancho del país.
Por supuesto, Alvaro Garza Cantú nunca entendió las razones de su dolorosa derrota. Nunca comprendió la transformación impulsada por la alternancia que ya se gestaba en la nación. Siempre culpó (lo sigue haciendo) al entonces gobernador de Tamaulipas, Manuel Cavazos Lerma, uno de sus enemigos declarados.
Egocéntrico y carente de autocrítica, el reynosense jamás quiso reconocer los muchísimos errores que cometió durante su campaña electoral. Una de sus tantas equivocaciones: rodearse de porros. Eran nefastos ¿Recuerdan?
En 2004, Alvaro Garza Cantú se lanzó a una aventura que no tenía ‘pies ni cabeza’: fue candidato de la alianza conformada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia a la gubernatura de Tamaulipas. El resultado todos lo conocen: Hizo el ridículo.
El ex alcalde porteño solamente sumó poco más de 78 mil votos, es decir, apenas alcanzó el 7.7 por ciento de la votación total. Una raquítica cifra de sufragios para alguien que presumía ser muy conocido en toda la entidad.
La cantidad de votos que obtuvo Alvaro Garza Cantú en ese proceso electoral reveló que sus mejores tiempos ya habían llegado a su fin.
Su siguiente intentona por retomar el poder político de Tampico la emprendió en la elección de 2010, cuando su yerno Miguel Manzur fue candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia municipal.
Alvaro se metió de lleno a la campaña para hacer ganar a Miguel Manzur, pero… volvió a cometer muchos errores de estrategia electoral. Además, el candidato no se ayudó a sí mismo. La derrota pegó duro en el corazón del alvarismo.
Lo más doloroso para el señor del Posada de Tampico fue que su querido yerno perdió frente a la maestra Magdalena Peraza… una profesora que comenzó en la actividad política en el grupo alvarista. Así es: la vida da muchas vueltas.
Ahora, en 2018, Alvaro Garza Cantú quiere tener el control del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en el estado a través de sus subordinados (sus ‘compadritos’), entre ellos, Héctor Garza González, mejor conocido como ‘El Guasón’.
Sin embargo, la farsa de Alvaro Garza la tienen muy bien documentada los morenistas en la Ciudad de México. Saben que el ex alcalde jugó doble en la elección del primero de julio. Y saben que sigue practicando ese doble juego. Si sigue por ese camino, no le van a dar ni contratos (Ramiro, el hermano, es otra cosa, se maneja en otro nivel).
El ex presidente municipal de Tampico no quiere entender que sus tiempos de gloria terminaron hace mucho tiempo y todavía desea posiciones de poder a nivel federal y en el partido pejista.
Como le sucedió a su primer ‘padrino’ y ´promotor’, ‘La Quina’, a Alvaro la ambición lo obnubila. Caray.
Y PARA CERRAR…
Yahleel Abdala o Enrique Cárdenas del Avellano para la presidencia del PRI estatal. La dama de Nuevo Laredo, todavía diputada federal hasta el próximo viernes, lleva la delantera.