Columnas

Reynosa en llamas… (Rezo y Gobierno)

¿Por qué los tamaulipecos ruegan a Dios por el arreglo del problema de la inseguridad y su más abominable derivación: la violencia?..

Sorprende, que ciudadanos de altos niveles reflexivos y culturales, se encomienden a la divinidad y no dirijan sus exigencias al gobierno para resolver ese agudo problema social.

No exagero si comento que de diez comentarios en las redes sociales 8 o 9, piden aquella encomienda al Señor y sus infalibles intervenciones, y no a Miguel Osorio Chong y su Jefe supremo, a quienes aquí en la tierra se les ha mandatado para que otorguen seguridad a la vida y a los bienes de los ciudadanos.

¿Por qué esa actitud mágica, del ciudadano de la región?..
1.- La gente cree más en Dios, en la solución de sus agobios –así sea la del robo de sus coches, o la agresión en la calle- que en los gobiernos.
No se trata de comparar, a una y otra entidad en asuntos de los mortales.
No.

Lo que se intenta, explicar es por qué la Divinidad, ha logrado posicionarse en el inconsciente colectivo como única fuerza capaz de someter, dominar, a los diabólicos –nunca mejor empleado el término- factores que se han adueñado tanto del espacio como del poder públicos.

Así es: se ha visto desplazado de la mentalidad del tamaulipeco, las obligaciones de los gobiernos y han sido sustituidas por los designios e intervención de las deidades como elementos fundamentales para construir la paz y la gobernabilidad sociales.
Y eso es preocupante.
Desobligar al gobierno de sus tareas, y poner a Dios en su lugar, es el primer paso para la emergencia de tiranos y de sátrapas. Y lo peor: la pérdida de espacios esenciales de la ciudadanía.

2.- El ciudadano desconfía de la fuerza pública. Se perdió la frontera entre la delincuencia y la ley. Decenas de delitos cometidos por las fuerzas armadas –desapariciones, ejecuciones sumarias, vejaciones y demás- han sido denunciados por víctimas que han visto ni ápice de Justicia.
Eso y la ineficacia de la milicia para combatir el crimen, ha minado la admiración popular hacia las corporaciones policiales y militares.

3.- La ausencia de gobiernos. Las instituciones encargadas de impartir y administrar Justicia, han desaparecido del territorio tamaulipeco. Miles de ciudadanos, que han sufrido daños en su patrimonio, denuncian pero nadie indaga –no existen la Policía Ministerial y menos Fiscales que procedan-.
El Procurador General de Justicia de Tamaulipas, un sujeto michoacano que no por ser de Michoacán es malo, sino porque no mueve un dedo para poner en marcha la dependencia a su cargo.
A nivel federal, es lo mismo.

Osorio Chong, el Secretario de Gobernación- ha estado en Tamaulipas para anunciar múltiples programas para restablecer la seguridad pública en el estado. Y nada. Ni una a funcionado y sí empeorado ese fenómeno.
No es malo encomendarse a Dios.
Lo malo, es olvidar que los responsables –en mucho- son las autoridades.
Por lo demás: a nadie, le ha hecho mal rezar…