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Papa Francisco: No es fácil hacer el bien, debemos aprender todos los días

Francisco trazó el camino de la conversión cuaresmal inspirándose en las palabras del Profeta Isaías propuestas en la Primera Lectura del día, alejarse del mal y aprender a hacer el bien, que representa el corazón de la exhortación e profética, y que son las etapas de este recorrido.

“Cada uno de nosotros, cada día hace algo malo. En efecto la Biblia dice que “el más santo peca siete veces al día”.

El problema está en no habituarse a vivir en las cosas malas y alejarse de lo que envenena el alma, la empequeñece. Y, por tanto, hay que aprender a hacer el bien: No es fácil hacer el bien: debemos aprenderlo. Siempre. Y Él nos enseña. Aprended. Como los niños. En el camino de la vida, de la vida cristiana se aprende todos los días. Se debe aprender todos los días a hacer algo, a ser mejores que el día anterior. Aprender. Alejarse del mal y aprender a hacer el bien: ésta es la regla de la conversión. Porque convertirse no es ir a lo de una hada para que nos convierta con la varita mágica: ¡No! Es un camino. Es un camino por el que hay que apartarse y aprender.

Se necesita coraje para alejarse y humildad para aprender a hacer el bien, que se ejerce con hechos concretos.

Él, el Señor, aquí dice tres cosas concretas, aunque hay tantas otras: busquen la justicia, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda… Cosas concretas. Se aprende a hacer el bien con cosas concretas, no con palabras. Con hechos… Por esto Jesús, en el Evangelio que hemos escuchado, reprocha a esta clase dirigente del pueblo de Israel, porque “dicen y no hacen”, no conocen lo concreto. Y si no existe lo concreto, no puede existir la conversión.

En la Primera Lectura el Señor también hace una invitación: “Vamos, vengan y discutamos”. “Vamos”: una bella palabra, una palabra que Jesús dirigió a los paralíticos, a la hija de Jairo, así como al hijo de la viuda de Naín. Y Dios nos da una mano para “elevarnos”. Y es humilde, se abaja tanto hasta decir: “Vengan, discutamos”.

El caminar juntos para ayudarnos, para explicarnos las cosas, para llevarnos de la mano. El Señor es capaz de hacer este milagro, es decir, “cambiarnos”, no de un día para el otro, sino en el camino.

Invitación a la conversión, aléjense del mal, aprendan a hacer el bien… ‘Vamos, levántate, ven a mí, discutamos y vayamos adelante. Pero tengo tantos pecados… Pero, no te preocupes: si tus pecados fueran como la escarlata, se volverían blancos como la nieve’. Y éste es el camino de la conversión cuaresmal. Sencillo. Es un Padre que habla, es un Padre que nos quiere, nos ama. Y nos acompaña en este camino de conversión. Sólo pide de nosotros que seamos humildes. Jesús dice a los dirigentes: “El que se ensalce, será humillado y el que se humille será ensalzado”.

El camino de la conversión cuaresmal es alejarse del mal, aprender a hacer el bien, levantarse e ir con Él. Entonces todos nuestros pecados serán perdonados.