Que harían ustedes?
Consejo: La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer. Bertolt Brecht
El epílogo de la triste semana que vivimos fue el mensaje enérgico del Presidente Enrique Peña Nieto (EPN) para explicar el aumento a la gasolina y que tuvo como frase estrella, la pregunta ¿Qué hubieran hecho ustedes? Les presento mi respuesta.
Comprender que México cambió y cambiar en consecuencia
Los consejos de los políticos de la vieja escuela en Atlacomulco quizás pasaron de ser efectivos a anecdóticos, el país cambio y si bien se gobierna por decreto con sustento en la legitimidad que dan las urnas, el liderazgo sólo se construye con empatía y generando certidumbre.
El político que dispone de los instrumentos del estado a su antojo hoy se percibe como tirano insensible, el político de hoy necesita comunicar bien y a tiempo, comprender lo que pasa en las calles y generar certidumbre para conectar con los ciudadanos.
Los manuales de crisis aunque diversos generalmente coinciden en las bondades de dar la cara; establecer canales y tonos adecuados en la comunicación; No mentir, ni confundir, ni justificarse en acciones de otros; pero sobre todo hablarle al público en términos que comparta y entienda en cuanto a lo que más les preocupa. Sólo lo primero se cumplió en los mensajes del presidente que tardaron en llegar. El tono no fue el más adecuado para una audiencia enojada que lo que esperaba escuchar eran propuestas más que justificaciones. Que esperaba sentir alivio y certidumbre más que lo contrario ante la falta de creatividad que denotaba la pregunta ¿qué harían ustedes?. Pésima estrategia que sólo funciona cuando la respuesta es obvia o cuando se ha construido un argumento tan sólido que la respuesta se da por hecho como lo señalara Luis Antonio Espino en Letras Libres.
Siguiendo el manual, el mensaje se debió centrar en: precisar con verdad y claridad lo que propicia la medida, detallando en qué consistirá esta y cuáles serían sus efectos; mostrar sensibilidad, respeto y apertura en cuanto a los argumentos sobre la derogación de la liberalización, la reducción en el IEPS, o la homologación de la gasolina en las frontera, justificando sus bondades o los aspectos que los hacen inviables o poco efectivos; señalar acciones claras para atacar los asuntos que más provocan indignación que son el gasto gubernamental y la corrupción reconociendo que estas son el producto de la violencia desatada que tiene que cesar por el bienestar nacional; también medidas a instrumentarse por las distintas dependencias de gobierno en favor de la economía familiar; por último hacer un llamado a la clase política para que haga lo propio y presentar un plan de adecuación al presupuesto de egresos de la federación ante el nuevo contexto económico y político a nivel mundial.
Finanzas, Hacienda o como se hubiese llamado, desde los tiempos en que aparecieron nuevos yacimientos se volvió adicta al “oro negro” y aún más cuando el petróleo se empezó a cotizar más alto, continuó con esa lógica al mismo tiempo en que PEMEX acumulaba ineficiencias mientras el país se daba el lujo de tener una de las gasolinas más baratas del mundo gracias a un subsidio irresponsable de un gobierno que gastaba mucho más de lo que recaudaba. De cada peso, 75 centavos se cubren con impuestos, pero el problema está en que tenemos un saldo de deuda pública que genera intereses propiciando que el gobierno tenga que pagar más por el costo financiero.
El problema no está en el exterior, ya que según Global Petrol Prices, México sufrió el mayor aumento en una semana con respecto a 103 países incluidos en el ranking y si bien en los últimos tres meses ha aumentado el precio en 56 naciones de dicho estudio, nuestro país fue el que más lo hizo en América Latina y está entre los cinco más afectados a nivel mundial. Antes aumentaron los impuestos porque el precio del petróleo estaban bajos y decían que éramos un país productor, ahora que los precios son altos, también aumentan los impuestos. Estamos malditos o la realidad no es como la pintan. Es necesario asumir que el problema está en un manejo irresponsable de las finanzas públicas del país que si bien no es responsabilidad total del presidente actual, tampoco del anterior, sino de la clase política de los últimos treinta años. El político que capitaliza la indignación y que fue parte del problema no sólo es indigno por cobarde, es traidor a la patria.
Por otra parte, en su momento se argumentó que no habría más gasolinazos y que el precio de los energéticos bajaría y no fue así, ahora es importante evitar declaraciones riesgosas como que no habrá escalada en los precios cuando en realidad el efecto es multiplicador. También los señalamientos que el aumento afecta más a los que más tienen, como si el poder adquisitivo fuera el mismo entre ricos y pobres. Los falsos argumentos caen con el tiempo por su propio peso descalabrando a quienes los enuncian.
En cuanto a que el subsidio hubiera implicado eliminar el Seguro Popular o cerrar escuelas es insostenible ante la lógica de que el presupuesto puede ser reasignado para afectar otras áreas como por ejemplo, el gasto corriente. El presupuesto desnuda los verdaderos intereses políticos que el ejercicio en el gasto evidencia. Educación pública y salud recibirán aproximadamente 10% menos que lo presupuestado en 2016, CONACyT un recorte del 23.3% y Cultura un 30% mientras que los pagos realizados a los bancos por concepto de servicio de la deuda pública aumentarán 18.9% para alcanzar la cifra de 568 mil millones de pesos mientras que todavía existen gastos superfluos o innecesarios en el contexto en el que estamos. Dicho esto, valdría la pena proponer:
Disminuir el gasto de verdad, re direccionando el presupuesto para evitar que termine en rubros innecesarios como el gasto corriente superfluo. Ejercer del presupuesto con responsabilidad.
Reducir el gasto en servicios personales, publicidad y en elecciones.
Reducir la burocracia, empezando por el numeroso sindicato de PEMEX.
Evitar la corrupción y la impunidad que afecta un nueve por ciento del PIB según el Banco Mundial. Más aún en cuanto a la que puede haber detrás de la importación de las gasolinas.
Evitar que el IEPS se use de manera opaca. Que el impuesto tuviera un fin específico para que podamos observar su beneficio, por ejemplo, proyectos de transporte sustentable.
Mayor transparencia gubernamental sobre el destino de los recursos fiscales.
Explicar y planear como invertir ante la situación de vulnerabilidad en que se encuentra Petróleos Mexicanos. También como combatir las tomas clandestinas en ductos de PEMEX y la complicidad que existe para su venta.
Apretarse el cinturón para salir de esta recesión e invitar a los demás políticos a hacerlo, principalmente gobernadores quienes incluso pudieran aplazar algunos proyectos e impulsar medidas concretas en favor de la economía familiar. (El lunes hay CONAGO ¿Los gobernadores pedirán que baje el IEPS aunque implique que reciban menos participaciones?) ya veremos…
Reducir el número de legisladores (plurinominales).
Convocar a la clase política a una profunda y ágil reflexión que permitiera instrumentar un plan para replantear el presupuesto y pasar de gasto a inversión responsable en la construcción del México que necesitamos.
Como bien lo diría Carlos Elizondo en su columna, “Incrementar la presión fiscal sobre los mexicanos sin antes haber hecho un ejercicio profundo de recorte de gasto púbico es políticamente explosivo y dados los casos de corrupción impune, hasta parece una provocación”. Si bien, pese a lo anterior hubiera sido necesario eliminar el subsidio de la gasolina, este se podría haber hecho de manera menos dramática. Seguramente no habrían las protestas que vivimos cuyo motivación está más allá de la afectación en el bolsillo, sino en la falta de sensibilidad de quienes gastan, cuando y como quieren y se asignan privilegios irresponsablemente fuera de lugar.
Sin generalizaciones, gran parte de la oposición está paralizada mientras se rasga las vestiduras y muchos priistas afrontan las disyuntiva de la disciplina partidarias vs. la complicidad que resulta un virus mortal en las aspiraciones político electorales. Si bien se dice que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, en nuestra realidad política lo está de la indiferencia del ciudadano y de la ambición de los poderosos que por dinero o poder vendieron su alma al diablo.
Aplaudo a quienes se muestran sensibles y pasan de las propuesta a la acción en favor de la economía familiar como el gobernador de Durango que anunció que eliminará la tenencia, los diputados tamaulipecos que hacen cabildeo y están dando batalla ante la necesidad de homologar el precio de las gasolinas en las fronteras, el independiente Pedro Kumamoto que desarrolla un plan de acción con el respaldo de ciudadanos que se registran en un número celular, o bien, cámaras y asociaciones organizadas que ya han presentado iniciativas y propuestas específicas. Necesitamos más acciones como estas, para que el aplauso sea tan enérgico y numeroso que sobrepase el ruido de quienes aprovechan el enojo popular para insultar y generar violencia.
Para terminar con esta crisis, es tiempo de que nazca una nueva sociedad, menos indiferente a la política y más comprometida con el devenir de la nación. ¿Los políticos de viejas costumbres lo permitirán?
Placer culposo: Las roscas de reyes y los tamales por aquello de la temporada (por cierto cada vez mas especializadas ya existen roscas de tres leches y tamales light de verduras); el chocolate de la mamá de mi mamá y las películas en casa bien acompañado por aquello del frio; y, las quinielas de futbol americano entre amigos o solo pa´ joder.