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PRIISTAS, ATRAPADOS SIN SALIDA

El PRI no se va a recuperar de su reciente fracaso electoral en Tamaulipas porque tiene marginados a sus operadores y políticos con experiencia, y avanza actualmente sin rumbo ni liderazgo, coinciden personajes y ex dirigentes en el estado.

Los operadores priistas, la vieja guardia que sabía tomar el pulso electoral a militantes y ciudadanos, a los que seducía el poder político hace unos meses, ya no aparecen por ningún lado.

Algunos de plano no quieren hablar. Otros, como a Ricardo Gamundi, se les escucha rencor en sus palabras.

“Que hablen los que se acabaron al partido”, lanza de entrada uno de los ex dirigentes del tricolor en el estado, que se caracterizó por la polémico durante la administración de Eugenio Hernández Flores.

“Yo no tengo nada que hacer en el PRI de Tamaulipas, prefiero no hablar, que lo hagan aquellos que no quisiera que estuvieran ahí -en el estado-”.

Mauricio Cerda Galán, quien siempre ha sido una voz crítica al interior del PRI,  ahora parece ver cómo el vacío de poder dentro del partido le da la razón, en especial porque los “operadores políticos del PRI están abandonados”.

Actualmente, señala, el Comité Directivo Estatal del PRI no ha nombrado a los nuevos Delegados para hacer presencia en los municipios y hacer pronunciamientos que hagan revivir al partido como oposición que es ahora.

“Están en el abandono total del partido y sus cuadros”.

¿Con qué se mantendrían?
“Te aseguro que muchos de ellos harían trabajo voluntario, muchos de ellos, pero no se les convoca, no se les da instrucción, ni hay idea de trabajo”.

¿Hasta eso ha faltado?
“Sabes qué pasa, este interinato que están cubriendo no saben que es para ejercerlo, no es nada más para darle paso a la convocatoria. Debes ejercer de verdad la Presidencia del partido”.

“Si es interina tiene una razón más allá que esperar la convocatoria y no sólo llenar el hueco, por eso digo que falta liderazgo y ellos sólo deben estar noventa días”.

¿Hay tiempo para recuperar a los operadores políticos?
“Sí, hay tiempo, porque el PAN no los ha absorbido?

¿El riesgo es ese?
“Bueno, suponíamos un riesgo, los de enfrente no han capitalizado la situación del PRI, al revés, le han cerrado la puerta, no sólo a los priistas, si no a mucha gente que votó por ello y los tildan de priistas porque trabajan en gobierno, cuando trabajar en gobierno es algo muy diferente a ser priista”.

¿Qué va a pasar con los operadores? Están envejeciendo.
“Ese es el problema, cuando los llames ya no van a querer participar porque para entonces estarán desarrollando otras actividades, los abandonaste”.

Mauricio Cerda agrega que algo que debe de preocupar al PRI en Tamaulipas es que “no hay nuevos cuadros para cubrir la operación política”.

Una prueba de ello, añade, es que los delegados del PRI en el pasado proceso electoral eran “puras personas viejas y no pudieron”.

La lista es grande: Omar Zamorano, Jesús Villanueva, Librado Treviño, Eliseo Castillo, Gonzalo Rivera, Roberto González Barba, Héctor López “esto te habla de que no hay cuadros nuevos”.

Culpa a Eugenio Hernández de este proceso y Egidio Torre sepultó la idea de preparar a nuevos cuadros, porque los jóvenes que llegaron a estos dos gobiernos decidieron huir, y “cuando regrese el partido seguramente vamos a ver a Ambrosio Ramírez y su pandilla de vividores”.

-En resumen ¿qué pasa en el PRI?
“Es la crisis que estamos viviendo en el partido, la falta de liderazgos responsables del interinato que se está cumpliendo y que debe ejercerse, y si sumamos que el CEN del PRI abandona a los estados en una clara muestra de entreguismo para el 2018”.

La intención, añade, es tener un PRI abandonado, al punto de llegar a pensar en entregar el gobierno en el 2018.

Pero hay una parte en la que coincide Juvenal Ramírez Lucio, ex alcalde de Abasolo: el PRI difícilmente se va a recuperar de esta derrota.

Es reservado y prefiere no abundar mucho aunque, asegura, desde la llegada de Egidio Torre Cantú, muchos operadores del PRI comenzaron a dejar el partido. “A mí no me quiso”.

Incluso todavía fuera, despreciado, se recibían reclamos. “Oye, pues, ¿de qué se trata? Ahora que vengan los que hicieron este desmadre”.

Lamenta que ahora el PRI no tenga un liderazgo visible, menos en el Comité Directivo Estatal, y tampoco ve claro que alguien pueda levantar a un partido que está escondido, que no se puede levantar de la derrota del 5 de junio.

Incluso, comenta, será muy difícil para el mismo Manuel Muñoz, si llega a venirse a Tamaulipas, o Alejandro Guevara, dirigir el partido. “Nadie puede a estas alturas. Tiene más méritos Heriberto -Ruiz- pero aun así está difícil”.

Para Luis Humberto Hinojosa Ochoa, un operador muy enfocado en la movilización del magisterio a favor del PRI, hoy piensa más en su salida.

“La gente que tiene en sus manos el partido está escondida, nadie responde las llamadas, y por el contrario, los que llevaron a la derrota del partido, los están promoviendo como Consejeros Nacionales del partido para blindarlos”.

“¿Qué hacemos aquí? Es mejor irnos; esto se acabó”, remarca.

¿No hay quien pueda recuperar al PRI?
“Pues tendrían que hacer una cirugía mayor, de corazón abierto, porque no es fácil ahorita que, al tener una imagen tan deteriorada, alguien venga y pueda concentrar voluntades o negociar los espacios que el Comité Estatal. Con qué promesas”.

“Ahora resulta que todo mundo quiere estar ahí, pues para qué, cuál sería el propósito cuando no hay un plan determinado y una estrategia nacional que proyecte acciones de recuperación… necesitan hacer una cirugía mayor donde convoquen a la gente que simpatizan con la gente priista”.

El Oso advierte que lo peor va a ser si el PRI impone al nuevo líder en Tamaulipas.

“Necesitan trabajar en la gente, por eso la gente está molesta; está molesto Heriberto, Betico, nosotros también estamos molestos.

“Esa lista de proponer a los Consejeros Nacional del PRI en Tamaulipas ¿quién chingados la hizo?, ¿por qué no nos consultan? ¿Por qué no dicen vamos a hacer una nueva idea, estrategia?

Y remata: “Se van a arrepentir si no le hacen caso al magisterio, a la militancia real del PRI, porque si nos ponemos de acuerdo nosotros, quién sabe cuándo nos vuelvan a encontrar”.

El priismo, atrapado y sin salida

Las crisis recurrentes que ha vivido el PRI en Tamaulipas, han provocado una purga interminable de cuadros dirigentes y una hemorragia de votos que lo tienen sumido en la peor crisis de toda su historia.

Un viejo líder priista que empezó su militancia en los años setentas, recuerda que en el sexenio de Enrique Cárdenas el priismo empezó a sufrir una
desbandada que se fue acentuando con los años hasta llegar a la fase terminal que vive ahora.

Sostiene que en los setentas, el parmismo dirigido por Carlos Cantú Rosas, con una base amplia base social y todo el apoyo del entonces súper poderoso secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, alentaron a una oposición arropada bajo las siglas del oficialista Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, ya desaparecido.

“Empezaron entonces las grandes debacles priistas: se perdieron Nuevo Laredo y Matamoros y solamente con todo el peso del Estado se retuvieron Reynosa, Altamira y Mante donde se instalaron Juntas de Administración Civil”.

Cárdenas estuvo a punto de caer empujado por Reyes Heroles pero en el último momento lo salvó el presidente José López Portillo.

Con Emilio Martínez Manautou en el gobierno, la oposición siguió avanzando como consecuencia de un creciente hartazgo ciudadano.

Da un brinco en sus remembranzas: Américo Villarreal Guerra sucedió a Martínez Manautou y su gobierno parecía transcurrir sin sobresaltos hasta que hicieron crisis los problemas en los centros carcelarios que casi derriban al ingeniero civil victorense. Pero Américo pudo mantener a raya a la oposición, cuando ya el canturrosismo vivía en plena declinación con la aparición de nuevos actores políticos, sobre todo el Partido Acción Nacional.

Con Villarreal Guerra -subraya-, el salinismo empezó a liquidar el corporativismo: fueron eliminados los poderosos liderazgos obreros representados por Pedro Pérez Ibarra en Nuevo Laredo; Reynaldo Garza, en Reynosa; Agapito González Cavazos en Matamoros y Diego Navarro, en Tampico.

Otro capítulo que destaca en sus recuerdos el ex dirigente es cuando se borró de un bazucazo el cacicazgo petrolero de Joaquín “La Quina” Hernández Galicia, quien había surgido en los sesenta y para los setentas ya controlaba una buena parte de la vida pública tamaulipeca.

Según la tesis del entrevistado, la Quina fue engullido por sus propios creadores: los priistas ahora investidos con el disfraz exitoso del neoliberalismo.

Y más aún: el nuevo gobierno de Manuel Cavazos Lerma, que prometía un Nuevo Amanecer de Tamaulipas, dio el puntillazo a la vieja burocracia cetemista y mantuvo a raya a liderazgos campesinos y ciudadanos que habían crecido en los tiempos del corporativismo.

La historia tiene otro momento intenso, agrega, con el asesinato de Francisco Ruiz Massieu el 28 de septiembre de 1994, con lo cual se desató una intensa persecución de Enrique Cárdenas y de Manuel “El Meme” González, a quienes se asociaba en la conspiración que desembocó en el asesinato del
político guerrerense.

El Meme y Enrique nunca pisaron la cárcel, pero sus grupos fueron mantenidos a raya todo el sexenio cavacista, que dispuso de todo el peso del aparato fiscal como instrumento de terror y sometimiento.

Más preciso es cuando hace referencia a los tiempos actuales.

Los siguientes mandatarios estatales –Tomás Yarrington y Eugenio Hernández- ejercieron el poder sin contrapesos, hicieron y deshicieron y los excesos finalmente se revirtieron en una persecución policiaca aquí y en Estados Unidos, que todavía no concluye pero también en la descomposición del Estado.

Al concluir el sexenio de Hernández Flores, días antes de la elección, fue asesinado el candidato priista Rodolfo Torre Cantú y y la nomenclatura priista pensó que la decisión más sensata era hacer gobernador a Egidio, el hermano mayor del candidato inmolado.

Egidio, –un novato en lides políticas, acota–, receloso y enfrentado a Eugenio, hizo a un lado al equipo de campaña de su hermano y se alejó de la vieja clase política. Con remiendos a base de recomendados, amigos cercanos y unos cuantos operadores que conoció y se ganaron su confianza, montó un
gobierno desafortunado, arrastrado al desprestigio por la inseguridad y la falta de un aparato que garantizara la gobernabilidad.

El desdichado régimen egidista terminó y la sucesión se tejió con una competencia descarnada entre los políticos que creyeron tener amarres para ser gobernadores.

Sobre los tiempos recientes es cauteloso:
Baltazar Hinojosa, con el apoyo del poderoso Secretario de Hacienda, fue designado candidato, pero su apatía, soberbia y la mediocridad de su equipo lo
llevaron a una derrota con una abrumadora ventaja del candidato panista.

Noventa días de que empezó el nuevo gobierno los priistas están colapsados y desconcertados. No hay muchas alternativas. Sin líderes, sin dinero y entre el lodazal del desprestigio, muy poco se puede avanzar.

Concluye: la disputa entre la vieja clase política, los operadores políticos que relegó Egidio y los priistas que se mueven en la escena nacional con luz propia, está por resolverse, aunque el escenario no parece ser muy optimista.

Los priistas no tienen salida.

el dato

Con Villarreal Guerra -subraya-, el salinismo empezó a liquidar el corporativismo: empezaron a eliminarse los poderosos liderazgos obreros representados por Pedro Pérez Ibarra en Nuevo Laredo; Reynaldo Garza, en Reynosa, Agapito González Cavazos en Matamoros y Diego Navarro, en Tampico.