Reelecciones fallidas y demás…
La totalidad de los 43 alcaldes de Tamaulipas, piensan en la reelección en el 2018. Los panistas, los priistas y los independientes. A la fecha, muy pocos han amarrado el boleto. La mayoría, han sido devorados por los complicados escenarios locales; y muchos, de esa mayoría, han sido victimados por sus propias fallas.
En el paisaje estatal, los alcaldes que menos problemas tienen en la búsqueda de su ratificación son los priistas. Para un partido como el PRI, que como oposición enfrenta severos desafíos económicos, es un bálsamo que todos sus alcaldes repitan: serían los candidatos menos conflictuados. Tendrían, de entrada una estructura con la cual apuntalar sus expectativas, recursos materiales para solventar la lucha electoral que abaratarían los costos de campaña por ser muy conocidos en sus microrregiones.
La casi decena de presidentes municipales priistas, se puede decir a estas alturas, ya poseen perfil de finalistas en la justa interna.
(Pueden ser malos gobernantes, malos administradores e incluso malos militantes. Eso es otro asunto. Lo esencial, es que en corto resuelven un reto complicado: construir candidatos competitivos y solventes para el 2018 en la comarca).
Bajo esa lógica, los presidentes como Diego Guajardo Anzaldúa –Río Bravo-, Jesús Garza del Guante –Matamoros-, Óscar Almaraz –Ciudad Victoria- y Magdalena Peraza Guerra –Tampico-, tienen bajo su peso re oxigenar a su partido y reposicionarlo -al menos en el segundo podio- en la elección que se avecina.
No será el dirigente estatal, el que marque línea al partido en esos municipios. Serán las fuerzas locales, comandadas por esos alcaldes, quienes marquen la agenda al nuevo dirigente del CDE del PRI.
Y más, cuando buen parte del soporte monetario para el tricolor en la entidad, saldrá de las arcas de los liderazgos en esas localidades.
(Los factores suprarregionales –SUTERM, SNTE, Secretarios de estado, y factores políticos y económicos que se mueven en la CDMX-, podrán meter mano en otros Ayuntamientos. En los referidos, se duda. El posicionamiento de los alcaldes es ya insuperable y es posible que se amplíe en los próximos meses).
En el PAN, es otro cantar.
La influencia del gobernador, puede mover la vara de la justicia electoral a donde se le plazca. Para los alcaldes azules, no basta hacer un buen gobierno y estar sólidamente aceptados por la comunidad. Factor relevante, será la cercanía de los jefes edilicios con el Ejecutivo estatal.
Al momento, con nexos o sin nexos con el gobernador, son varios presidentes del PAN en Tamaulipas que han salido con ventaja en la carrera por el 2018.
El primero es el alcalde de Nuevo Laredo. Enrique Rivas, llegó con enormes esperanzas y las ha ido incrementando. El capital heredado por su antecesor Carlos Cantú Rosas, le permitió iniciar un gobierno que parece uno de los más sólidos del estado.
Andrés Zorrilla, presidente municipal panista de Madero, es otro de los elementos que ya tienen lugar en la contienda con un trabajo discreto y eficiente. Es de los pocos jefes edilicios, que no culpó a sus predecesores y se dedicó a resolver las exigencias de la ciudadanía.
Las decepciones panistas han sido las alcaldesas de Reynosa –Maky Ortiz- y Laura Amparán -de Altamira-. La primera porque empezó en su gobierno dando tumbos y peleando con todos los actores políticos de la ciudad y la segunda, porque lanzó la advertencia –se consideró amago- al gobernador de su reelección o por el PAN o por el PRI.
En los casos de estas alcaldesas, coinciden en sumar obstáculos: sus males gobiernos y su ruptura con el líder real del panismo en Tamaulipas.
En Reynosa y Altamira, pisa fuerte el fantasma de la anti reelección.
En términos reales, en el terreno, se ve intensa la pugna electoral del 2018 en Tamaulipas.
Y más, mucho más, con la emergencia de MORENA a donde segmentos panistas y priistas –por diversas razones- están pensando escurrirse o como autodefensa o como actitud vengativa por el olvido y el soslayo políticos…